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lunes, 25 de febrero de 2013

EL VACÍO TOTAL


 Tengo la amarga sensación de que todo lo que está ocurriendo en nuestra sociedad no es producto del azar, ni del ciclo económico ni tan siquiera de la avaricia de los poderosos, creo que lo que está destruyendo el sistema es la podredumbre de valores y principios. Una cultura se basa en una ideología y en unas convicciones,  sólo si estas permanece firmes, se puede legislar, gobernar y educar. El pueblo, los ciudadanos, los hijos, no obedecen por miedo, respetan las normas porque saben que son las guías que les conducen por la vida, miran al frente y ven a sus jefes, sus presidentes, sus padres cumplir con las leyes e intentar impartir su mandato con justicia.
Hubo un tiempo en que nuestro país se apuntaló sobre la religión, la represión y el terror al estado, no éramos ciudadanos, éramos súbditos, carne de cañón del nazionalcatolicismo que nos arrincono en las cavernas durante cuarenta años.
A la muerte del dictador, se abrió una puerta a la esperanza, las ventanas de par en par aventaron tabúes y prejuicios, dogmas  y esclavitudes, pero nadie se preocupo en llenar este vacío, la sociedad quedó indefensa ante el capitalismo, huérfana de ética y sabiduría, y cuando se derrumbó el comunismo, los depredadores cayeron en tromba sobre el rebaño.
Era "La isla de los juegos"  , todo estaba permitido, todo era gratis,  se amordazó a los "Pepitos Grillos" y los voceras del sistema sonaban a música celestial, todos éramos financieros y el maná caía del cielo en forma de euros.
Hace años que terminó la fiesta, pero ahora nos toca pagar los platos rotos, arreglar los destrozos y superar una resaca que nos hace reventar la cabeza, mientras los croupiers cuentan las fichas y se reparten los dividendos de la orgía.
Ya no nos queda nada, ni dinero, ni dignidad ni principios, aceptaremos limosnas, venderemos a nuestro hermano y pactaremos con el mismo diablo con tal de no perder ese plato de lentejas podridas que compramos con nuestra sangre. Quiero pensar que todo es una pesadilla, que cuando despierte habrá amanecido un nuevo día, pero me temo que El Gran hermano se ha infiltrado hasta en nuestros sueños, y ya no podremos ni soñar en paz.
JUANMAROMO

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