Últimamente leo multitud de proclamas defendiendo los
derechos de los animales como una causa prioritaria y perentoria a la que se
dedica empeño y trabajo, mensajes repetitivos y algunos de ellos equivocados en
los que se juzga a la persona por el trato que observa con ellos llegando a la
simplicidad de asegurar que aquel que trata bien a sus mascotas es una persona
respetuosa con los derechos humanos.
Estoy totalmente de acuerdo con que aquel que maltrata a
nuestros hermanos en la madre tierra no puede ser una buena persona, aquel que
abandona, explota o tortura a los animales seguro hará lo mismo con sus
congéneres sin el más mínimo remordimiento, pero la cuestión no es tan
simplista, hay personajes que tratan divinamente a sus mascotas pero explotan y
torturan a los seres humanos, hay personajes que cuidan jaurías de caza o
ejemplares de perros y gatos mejor que a sus propios hijos, pero tratan a sus
trabajadores, compañeros o administrados como auténticos dictadores.
Es muy fácil mimar a
quien no supone una amenaza, a quien nos presume un estatus o a quien nos lame
los pies cuando llegamos a casa, pero la grandeza de una persona se demuestra en
el respeto a los competidores, en la asunción de responsabilidades y en la
compasión con todos aquellos seres que han quedado apartados del sistema por el
egoísmo y la crueldad de una sociedad deshumanizada.
Todos somos hijos de Gea y a todos debemos el amor que
conlleva esa hermandad, pero en una situación en la que millones de niños
mueren de hambre y miles de familias en nuestra propia casa están al borde de
la miseria hay que establecer prioridades y exigir a los culpables de esta
tragedia las responsabilidades éticas y penales que correspondan.
Quien abandona a un animal, seguro maltratará a un ser
humano, pero quien se recrea con una mascota no siempre tratará a otras
personas con el mismo respeto, a veces solo damos importancia lo que en verdad
no nos importa.
JUANMAROMO
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