lunes, 23 de julio de 2012

LOS FUEGOS DEL INFIERNO

 
Uno de los peores traumas que puede sufrir un ser humano es ver como arde su paisaje, su pueblo, su casa... su vida. La tierra que le vio nacer, crecer, hacerse un hombre ha desaparecido para siempre, y sus ojos jamás volverán a recuperar esos bosques, esos frutales, esos prados. Un incendio es la transposición del infierno en la tierra, la flora, la fauna, la vida desparece pasto de la desidia y a veces de la codicia humana. Dicen que el bosque tarde 25 años en recuperarse, pero ya no es el mismo bosque, los árboles centenarios, el ecosistema, la biodiversidad jamás se recuperan y sus habitantes, sean animales o seres humanos, jamás volverán a sentir aquellos aromas, aquellas texturas, aquellos sonidos que llenaban de vida la espesura. 
Hoy levanto la voz contra los responsables, que aunque de una u otra forma, somos todos nosotros, ternen nombre y apellidos, políticos que cobran para preservar nuestro patrimonio y lo arrojan en brazos de vulcano por treinta monedas, y no solo el patrimonio, si no también las vida humanas, de momento tres personas han muerto, no víctimas de las llamas si no de la imprevisión, la avaricia y la cicatería de políticos y leguleyos que miran hacia otro lado antes los desmanes de constructores y especuladores. 
Mientras en La Amazonia se construye una presa que inundará 400.000 Kilómetros cuadrados borrando de la faz de la tierra a decenas de pueblos y tribus, España arde presa del fuego de la especulación, la negligencia y la pasividad de unos y otros, el fuego y el agua son portadores de vida, pero cuando caen en manos del capitalismo salvaje solo significan muerte y destrucción.

JUANMAROMO

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