A veces pienso que nos
refugiamos tras los problemas pequeños para no tener que enfrentarnos a
los grandes. Nos pasamos la vida preocupándonos por el trabajo, la
crisis, el consumismo y concentramos en ellos todas nuestras potencias,
mientras los verdaderamente importantes subyacen tras esos árboles que
nos impiden ver el bosque.
¿Cuál
es el sentido real de nuestra vida?, ¿nos sentimos realizados como
seres humanos? ¿hemos alcanzado aunque sea remotamente los ideales por
los que luchamos en nuestra juventud?. La vida es una pregunta para la
que no tenemos respuesta, un laberinto en el que detrás de cada puerta
se encuentran otras nuevas, pero que una vez cerradas, ya no se pueden
volver a abrir. ¿Que encontraremos al final de nuestro juego de la oca?
¿Se acabará la partida o volveremos de nuevo a la salida sin recordar
que ya habíamos jugado anteriormente y sin sospechar que nuestros dados
están trucados para que jamás lleguemos los primeros?
De
vez en cuando, conviene aislarse del mundo, sumergirse dentro de uno
mismo y hacer un arqueo de caja. ¿Cuál es nuestro balance? ¿nuestro
saldo es deudor o acreedor?. A veces me da la impresión de que ni
siquiera movemos las fichas, que nosotros somos las fichas creyendo ser
los jugadores.
Unos
minutos de meditación cada día, nos permitirán, abrir un poco el
follaje de esos árboles que nos cierran el horizonte y comprobar donde y
porque estamos donde estamos, y si vale la pena continuar jugando. Si
realmente no sabemos quiénes somos, de dónde venimos y hacia a donde
vamos, quizás valga la pena dar un manotazo al tablero y salir al
exterior a buscar la luz del sol, un soplo de aire fresco y un horizonte
que sea realmente nuestro, y no el decorado de cartón piedra en que
hemos vivido hasta ahora. Quizás la única libertad que nos queda es la
capacidad de decir NO!
JUANMAROMO
1 comentario:
Preciosa reflexionó del e juego de la oca,y es muy cierto que la vida es un laberinto y no tenemos respuesta.
saludos...
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