Semanas sin olerse, sin
tocarse, sin morderse, semanas haciendo el amor entre bambalinas, enviando
mensajes, llamándose a hurtadillas, achicando lágrimas de espera. Cuando se
abrió la puerta de la alcoba, a penas hubo tiempo para un abrazo, las ropas,
las corazas y las trampas saltaron por los aires hasta dejar al desnudo dos
cuerpos en celo.
El lecho jadeó crujió y gimió durante horas, nada parecía
apagar el fuego que prendían aquellas
pieles en estado de gracia, cuando al fin el deseo dejó paso a la ternura, los
embates dejaron paso a las caricias, los gemidos a los susurros, los mordiscos
a las miradas...
Compartieron sobre las sábanas una botella de champaña y
unos bombones peleados boca a boca hasta teñirse el rostro como indios en pie
de guerra, luego llegaron los recuerdos, las confidencias, las lágrimas...
Cuando Cronos golpeó el ventanal, sus cuerpos temblorosos se
abrazaron como despidiéndose de la vida, la noche llamaba a la puerta y había
que regresar a la realidad. El ascensor fue su último refugio, el frio de la
calle les traspasó como un cuchillo mientras la niebla los iba envolviendo en
una lejanía cada vez más dolorosa e insoportable. ¿Cuándo sería el próximo abrazo?
.... ¿Habría un próximo abrazo?. En esos momentos un coche atravesó la calzada
mientras desde su interior Dylan, preludiaba como un murmullo "The answer my fiend, is blowin in the
wind".
JUANMAROMO
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