La vida transcurre mientras nosotros nos dedicamos a vender un tiempo que luego no podremos comprar con todo el oro del mundo. Vivimos como zombis, muertos en vida dirigidos por las consignas de quienes nos manejan y nos explotan; trabajar, comer, reproducirse, dormir, acatar, no pensar... nos venden pesadillas a precio de sueños, y nosotros sacamos la entrada al multicine de la vida pagando las palomitas al precio de oro.
Pero un día un rayo nos derriba del caballo, y como Saulo, vemos la verdad al desnudo. Un día, el amor se nos muestra en todo su esplendor y escapamos de la sala a vivir nuestra propia película, no importa el guión en blanco, la bolsa vacía y el decorado de cartón piedra, tomamos de la mano a nuestra pareja, alzamos el vuelo en un abrazo sideral y nuestro mundo recobra su sentido.
Volvemos a la infancia, nos sentimos niños, lloramos y reímos, sentimos compasión y volamos a la edad de la inocencia. Aquellos poemas cursis ahora nos erizan el alma, aquellas canciones de otro siglo, nos parecen escritas para nosotros y hasta volvemos a creer en el futuro y en el hombre, pero no hay nada más peligroso para el sistema que un hombre con al alma de un niño.
El verdadero amor está proscrito por el sistema porque nos hace superhombres, nos venden sucedáneos por un módico precio, amores pasajeros, parejas amañadas, matrimonios de conveniencia, cualquier cosa antes que dejar que el ser humano se realice plenamente, sea consciente de su poder y de sus verdaderas necesidades, un hombre enamorado es un hombre libre, porque lo que realmente le importa no tiene precio, porque el sistema no tiene con que comprarle, porque ha levantado el vuelo hacia la verdad.
1 comentario:
que solucion expondria usted para remediar tal desproposito
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