Llevo trabajando desde los 16 años, he pasado crisis, recesiones y periodos críticos, pero jamás una situación tan dantesca como esta. Nuestro sistema social cada vez se parece más a una cisterna podrida en la que la poca agua que entra se despilfarra por cientos de agujeros, algunos de ellos, en su misma base.
La primera crisis con la que tuve que enfrentarme fue la del 74, la crisis del petróleo disparó el paro al 24% y la inflación al 20, lo que unido a la transición política engendró una nube altamente inflamable que la extrema derecha estuvo a punto de hacer explotar. Más adelante sufrimos los típicos altibajos del ciclo económico capitalista, periodos de euforia y depresión se iban alternando cada cuatro años, pero todo se mantenía dentro de unas pautas controlables.
Con la entrada en el euro se produjo una reacción en cadena. Los miles de millones de pesetas en dinero negro, se blanquearon rápidamente en el mercado inmobiliario, más de la mitad del importe de las compras se pagaba en metálico mientras hacienda miraba hacia otro lado y seguía puteando a las pequeñas empresas, la entrada de las mafias rusas en Marbella hicieron el resto.
Con unos intereses negativos, todo el mundo se embarcó en inversiones no productivas a largo plazo, pisos, segundas y terceras residencias, España iba bien, el estado y los ayuntamientos llenaban sus arcas y nadie quería ver la realidad. Las cajas concedían hipotecas basura, prestaban dinero que a su vez pedían prestado al BCE, con la diferencia de que las hipotecas eran a 30 años y los préstamos a cinco o diez como máximo, en realidad no prestaban su dinero, sino que estaban formando una ola que pronto se convirtió en tsunami.
El precio de los inmuebles se multiplico por diez en pocos años y todo el mundo se sentía millonario, coches de gran cilindrada, cruceros, hoteles de gran lujo, todo abalado por su hipoteca rehipotecada varias veces, la lechera tomaba carrerilla.
Cuando empezaron los primeros impagos, se recurrió a la subrogación, pero pronto la avalancha se hizo imparable, los bancos centrales reclamaban sus amortizaciones, pero las cajas de ahorro y algunos bancos no tenían ni para pagar los intereses, eso si, sus juntas directivas cobraban sueldos millonarios en función de los beneficios facticios que acumulaban en sus balances.
Cuando los pisos se pusieron a un nivel tan alto que nadie pudo comprarlos, cuando las arcas de las entidades entraron en coma sonaron todas las alarma, pero el incendio ya era imparable.
En la actualidad, la deuda española es cinco veces superior al PIB, lo que significa que nos hemos gastado cinco años por adelantado de nuestro trabajo y ahora hay que devolverlo.
Los que se enriquecieron ya tienen sus dinero a buen recaudo, los que hicieron sus inversiones con buen tino, irán sobrellevando la crisis y los que metieron la cabeza en la boca del lobo están ahora con el culo al aire, pero lo que realmente pagaremos la orgia seremos los que gestionamos bien nuestro patrimonio, las pequeñas empresas, los autónomos, los trabajadores y los funcionarios que sin haberse aprovechado de la burbuja ahora se ven arruinados, despedidos y congelados. Nosotros somos a los únicos a los que se puede ordeñar, y lo están haciendo a conciencia, impuestos en progresión y derechos en regresión, los sueldos en la uci y los derechos en coma.
Si el equipo médico anterior no tenía ni idea de cómo actuar, el actual lo tiene claro, hay que sangrar al paciente mientras respire, y cuando entre en coma, darle un poco de oxigeno para que no se nos quede en el quirófano, pero me da la impresión de que el enfermo de les va ir de las manos mucho antes de lo que ellos se piensan y me temo que es el último en la lista de espera.
JUANMAROMO
el barco se hunde caballero
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