Venteo tu aroma como el ciervo
y bebo tu efluvio como el lobo
aullándole a la luna,
me despeño por tu monte encantado
y encallo en tus arenas,
ardientes y sedientas
de mi cuerpo,
mi sangre y mi locura.
Me ensarto en tus anzuelos
y encadeno mi cuerpo en tus rosales
que manan miel y fuego
y tu sangre y mi sangre se fecundan
mamando de tus pechos
esa leche invisible que alimenta
las hadas de mis sueños.
Cada día que paso sin tus besos
mis labios se cuartean y se agrietan
como la tierra yerma
y mi lengua agoniza de nostalgia
sin lamer de tus frutas
sin clavarse en la herida luminosa
que sangra entre tus piernas
Juanmaromo
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