Recorro el sendero de tus muslos
a tientas, como un ciego
vadeando lagunas insondables
océanos de fuego,
volcanes palpitantes y candentes
hirviendo entre mis dedos.
Me arrastro, peregrino de tu cuerpo
surcando tus arenas
en busca del oasis primigenio
donde mana la vida
y hundo mi cabeza entre las aguas
que sanan mis heridas.
Mi lengua juguetea entre tus juncos
como un pez insaciable
que se pierde en los fondos abisales
de tus divina cueva
y bebe del maná que en tus entrañas
los dioses atesoran.
Cuando desnudo entrego en tus abismos
mis últimos suspiros,
el cosmos eclosiona y me desborda
en un mar infinito
donde muero y renazco de tu magma
como si fuera un niño.
Juanmaromo
Delicioso erotismo que pocas personas saben plasmar como tu sin caer en la vulgaridad. Te dejo un abrazo.
ResponderEliminar