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jueves, 26 de mayo de 2011

Rosetta Forner: "No tenemos una sexualidad sana, tenemos un putiferio"


Rosetta Forner es de esas mujeres que transmiten vitalidad y energía, y que acompaña muchos de los gestos que hace con una media sonrisa. En la vida, lo tiene claro, “prefiero vivir un día de pie que toda mi vida de rodillas”. Confieso que nunca antes había entrevistado a alguien que va con una varita mágica en su bolso. Es más, si en medio de la charla tiene que sacarla para rozarte con ella, lo hace. La coach, que se considera un Hada madrina, acaba de publicar ahora un libro con algunas de las ideas que lleva gestando desde hace tres años. En ‘Que no te la den con queso’, la autora habla de forma irónica y divertida sobre las apariencias y cómo defenderte de ellas, en definitiva, de cómo distinguir la realidad de la fantasía. El principal secreto, no cotizar a la baja en tu propia bolsa particular. Va una de quesos.


-Si lo que nos diferencia de los animales es que podemos razonar, ¿por qué nos las dan continuamente con queso?
-Buena pregunta. ¿Qué nos pasa?
-Sí, eso es lo que le pregunto…
-Ya lo decía mi abuela, el hombre es el único animal que tropieza tres, y varias veces en la misma piedra. ¿Tenemos la cabeza solo para llevar sombrero o la tenemos que usar para algo más? Quizás porque en parte no nos gusta la vida que llevamos, y como no nos gusta, tenemos dos grandes opciones, o analizar lo qué pasa, o no hacerlo. Lo normal sería la primera opción, modificar o añadir lo que hay que cambiar, pero es un proceso que implica un análisis interno y luego se tiene que plasmar en algo fuera. Como eso requiere de bastante esfuerzo y además no tenemos garantizado que el resultado nos vaya a satisfacer, optamos por una cosa que la humanidad lleva haciendo desde hace tiempo y que es contarse milongas a sí misma (Ríe). Se ha descubierto que contándonos milongas disfrazamos la realidad, y funciona. Si yo me autoengaño porque procedo así, cuando viene otro a contarme una milonga, pues me la voy a creer.


-¿La cultura del esfuerzo nos queda ya muy lejos?
-Claro, es que es algo que no viene de hoy, hemos ido progresivamente cambiando durante esto que llaman la sociedad del bienestar. Pero si esto es bienestar, que baje Dios y lo vea. Hemos pasado de largo una cultura donde se valoraba el esfuerzo, la profesionalidad, la constancia y la perseverancia. Ahora parece que nos hayamos convencido de que estos valores pertenecen a una época y a una generación que no hay que emular, porque es malo, y nos remite a épocas nefastas de la historia, no solo española, sino de la humanidad. Como nos queremos separar hacemos lo contrario, y poco a poco, y a través de varios canales, nos van introduciendo un modelo del no esfuerzo, del “porque yo lo valgo”. Lo más triste es que acaba siendo al revés, el que es profesional y se esfuerza, es el fracasado o el modelo a no seguir. Y ahí tienes a la Disney fabricando a cantantes que triunfan de la noche al día. Esto fomenta una autoestima muy endeble porque una persona que no sabe posponer el premio es una persona a la que fácilmente le puedes hacer morder los anzuelos y dársela con queso.


-¿Qué es para usted el triunfo?
-Estar bien, estar contenta, satisfecha. Pero siempre acorde con mis principios, que no sea a costa de mi dignidad. El triunfo es hacer lo que a uno le apetece hacer, teniendo en cuenta que también hay pros y contras. Si el triunfo es que los demás me aplaudan, voy lista.


-Para los orientales crisis es una palabra que significa oportunidad. ¿Cree que la crisis económica es una oportunidad para que nos la metan más con queso?
-No, pienso que no tenemos crisis económica, sino espiritual. Es el alma el que está en crisis, el ser humano que se ha desligado de si mismo. Le ha dado tanta importancia al plano material, que se ha olvidado de sus valores interiores, de su alma. Antes nos asustaban con el “que viene el lobo” y ahora es “estamos en crisis”. Y en nombre de la crisis tenemos que tragar de todo, aguantar que nos humillen, etc. Y no, hay que darle la vuelta y hacer de esto una oportunidad de volver a reconectarnos con el alma. Está bien tener dinero, porque no es nada agradable no tener para comer o para pagar una hipoteca, pero de ahí a que la gente hipoteque su vida malviviendo por adorar a no se sabe que Dios del club del redil, ya no. Nos la han dado con queso totalmente.


-¿Cuál recomienda que deber ser la actitud que hay que adoptar?
-La actitud es coger y decir, cuáles son mis principios, quién soy yo. Desde estos principios decir, ¿cómo quiero vivir mi vida aquí en la tierra? Esto no significa que no tenga que ir revisándolos cada poco, que yo no pueda cambiar de opinión. Pero no es el, si me dicen que tengo que tirarme por la ventana, hacerlo. Tengo que plantearme si puedo o si me da la gana hacerlo.


-Dice en su libro que el fracaso y el éxito no existen…
-Para mí no, porque es una percepción interior. ¿Qué es el éxito? ¿Que la gente te diga que eres buenísima en algo y que te den un trofeo? Y luego yo como me siento. Lo que nos llena de verdad es nuestro propio reconocimiento, el crear paz interior, el estar bien con nosotros mismos. A todo el mundo le gusta que le reconozcan sus cosas, a mi también. Pero lo que he procurado es lo mismo que con el dinero, no ser una esclava de eso. Tener autonomía y ser la primera en pensar que yo valgo. Que me lo reconocen, pues bien, que no, que le vamos a hacer. Procuro no supeditar mi bienestar a eso.


-Nos cuesta mucho estar agradecidos con nosotros mismos, quizás sea ese el problema…
-Claro, ¿pero qué es lo que nos inculcan? Siempre es hacia fuera, quiéreme, ámame, siempre es “me tienes que dar”. Porque sino en esta sociedad actual te dicen, qué egoísta eres al preocuparte de ti. Pero la pregunta debería ser, Si yo no me ocupo de mí, ¿quién lo va a hacer?


-¿Pensar así hoy en día puede conllevarte problemas?
-Sí, claro, pero entonces esas personas no son de tu manada, o no están en ese momento suficientemente evolucionadas como para comprender eso, están en su derecho. Pero uno tiene que decidir si queda bien con él, o con los demás. Veo muchísima insatisfacción. Estoy preguntando en mi pandilla de amigos si saben cómo quieren que les amen y a la gente se les ponen los ojos como platos, nadie se había planteado eso.


-Ahora que saca el tema del amor. Asegura también que hemos perdido el sentido del amor, ¿me lo explica?
-¿Si no nos amamos a nosotros mismos, cómo vamos a amar a los demás? No hay una tolerancia con uno. Volvemos de nuevo a la sociedad del redil que nos ha inculcado que tenemos que ser pluscuamperfectos. No existe la edad cronológica, ni las arrugas, ni la celulitis, ni la enfermedad, ni la muerte. Y es mentira, claro que existe. Pero el club nos dice, eso no. Es como si tuviéramos que ser siempre maniquíes a los que no se les altera nunca ni un pelo. En ese egoísmo de la gente que no se ama a si misma, es ven, satisfáceme, todo “eme”. Si no lo haces, fuera. Es hacer que las personas sean de usar y tirar, y a la que dan el más mínimo problema, te tiro. Eso no es amor, es manipular a la gente.


-Llevarse bien con uno mismo es mucho más complicado que manipular a los demás…
-Claro, es así. Hablamos de saber tolerar la frustración, de no conseguir las cosas cuando uno quiere, y convivir con otros. Es muy, muy difícil. Ahora lo que la gente quiere es el “no me des problemas”. Es como el móvil, quiero otro móvil porque este se me ha pasado de moda. Pero una persona no es ningún cacharro.


-Cuando te la han dado muchas veces con queso acabas perdiendo la confianza en los demás. ¿Cómo se puede recuperar?
-Es que no tienen que confiar en los demás lo que tienen que hacer es aprender a confiar en si mismos. Evidentemente que hay gente que engaña, y engaña muy bien. Pero si atendiéramos a nuestros instintos, y cuando hay un pequeño ruido, prestásemos atención, veríamos que hay algo que no cuadra. Pero en lugar de atender a esas señales micro, o muchas veces enormes, no queremos ver ni oír. Tendríamos que empezar a rascar, preguntarnos cosas y, sobre todo, no tener la ansiedad de querer quedar bien con la sociedad. Hay personas que cuando se están conociendo en una relación amorosa, notan que hay cosas que no funcionan pero no las atienden porque prima más el hecho de tener pareja. Si en el accidente de Barajas en el que murió tanta gente se hubiera atendido a ese ruido que digo, se habrían perdido unas horas, pero no tantas vidas. Ese ruido nos lleva a perder y a que nos engañen, y en vez de asumir la responsabilidad le damos la culpa a los demás. Los demás me engañan. ¿Por qué no haces una reflexión y averiguas cómo ha sido que te has dejado engañar?


-¿Cree que la mujer se amedrenta más que el hombre?
-No necesariamente. Veo que los seres humanos deciden su grado de autoconfianza, sean hombres o mujeres. Cuando me dicen que ellos son más valientes, pienso, no sé, yo conozco a muchas damiselas de diadema floja (Ríe).


-¿Cuál cree que es el queso más grande que nos han vendido últimamente?
-No lo sé, no los he medido (Ríe). Hay tantas bolas. Creo que hay la bola de que el alma no existe, que no existe vida después de la vida, que por llevar un cuerpo de mujer tenemos instinto maternal, que nos hayan vendido que si uno no tiene pareja no puede ser feliz, ni sentirte bien. Y si eres mujer ya no te cuento. Otra bola, el refrán este de más malo conocido que bueno por conocer. Por favor, experimentemos, a todos los niveles. La bola de que uno no cura las enfermedades. Esa bola de que si tienes un carácter ya no puedes cambiar. Puedo evolucionar, afortunadamente…


-¿Cuál es el queso de la falsa liberación sexual?
-(Ríe). En una conferencia decía, en los años 80 que yo me tenía por una mujer tan liberal, y tan progre, y luego resulta que en vez de que el mundo esté evolucionando en esa dirección de ser unas mujeres que llevan las riendas de su vida, y que se ocupan de su dignidad e inteligencia, se han igualado a los hombres en lo que peor han criticado de ellos, que piensan con el pito, que solo les interesa una cosa. ¿Y a vosotras? Además que pienso que les han vendido una moto, no están liberadas, porque si lo estuvieran, no estarían como están. No tenemos una sexualidad sana, tenemos un putiferio. Una sexualidad sana no es tengo que estar casada contigo. Sería deseable que esas dos personas no se usaran mutuamente para tapar sus agujeros emocionales. Se chupan energías unos a otros y se manipulan, por eso luego se quedan tan vacíos y tan mal. Que enfermos estamos como sociedad que hemos pasado de una represión a otra, que es la otra cara de la misma moneda.


-Dice que descubrió que su misión vital era la de Hada madrina. ¿No me la estará dando usted con queso?
-¿Con la varita? (saca una varita mágica del bolso y me da con ella).


-¿Lleva una varita mágica en su bolso?
-Sí, siempre.


-¿Si es una Hada madrina no piensa en usted misma?
-No, no tiene nada que ver, yo a Rosetta no la tengo abandonada. No trabajo ni las 24 horas del día, ni todos los días del año. Tengo mis prioridades, mis preferencias, y hay un tiempo para todo. Me ocupo de mí, claro que sí, ¿si no quién lo haría?


-¿Cuándo descubrió que era una Hada madrina?
-Lo descubrí viniendo al universo, a través del aeropuerto humano que es mi madre. A los seis años ya siento las bases de lo que he venido a hacer aquí. Me hicieron un test de inteligencia y me preguntaron qué quería ser de mayor. Y contesté, hada con varita para enseñar a la gente a ser feliz. Además, siempre me recuerdo mirando las puestas de sol y diciendo “yo vengo de un hogar más allá del sol, donde no existen ni la muerte, ni el rencor, ni el odio, ni las enfermedades”.


-Entonces tiene que estar jodida…
-¡No! ¿Por qué?


-Porque si viene de un sitio así, al entrar en contacto con el mundo humano se deprime…
-Sí, pero he venido a vivir una vida humana con todo lo que hay, y he acertado, porque he ayudado a muchísima gente. Y eso es algo que no puedo explicar con palabras. Que a veces me enfado y no me gustan cosas de la vida humana, claro que sí. Me permito enfadarme, es muy sano. Cuando alguien a quien quiero se va de este mundo me jode un pimiento, no te voy a mentir. Tampoco me gusta ver que la gente pudiendo tener una vida feliz, se la complica.


-¿Se frustra cuando alguien no se deja ayudar?
-He aprendido a que cada cual haga lo que le de la gana.


-¿Cuánto hace que no se la dan con queso?
-No sé, a lo mejor me la he dado con queso recientemente (Ríe). Si me subconsciente no me traiciona, creo que hace bastante. También es cierto que a veces nos creemos demasiado listos, y tenemos tanta prisa que las cosas nos dan igual. Si nos preocupáramos por quedar bien con nosotros mismos, y no con el club del redil, las cosas mejorarían sustancialmente y no nos la darían tanto con queso. Y eso que hay gente que lo sabe hacer muy bien.

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