Hace un momento estaba escribiendo cuando el correo me ha avisado de una entrada: Era un curriculum solicitando trabajo, acababa diciendo "Para mí sería una gran oportunidad personal y profesional..."
Las lágrimas me han asaltado, ¿cuántas esperanzas e ilusiones hay detrás de esa joven que lanza mensajes en una botella desde su isla misteriosa?
Hay momentos que quisiera ser millonario, ¿qué mayor satisfacción te puede dar el dinero que compartirlo con los que los necesitan? Poder decirle a esta chica que acepto su oferta y que mañana mismo puede empezar a trabajar, poder atender a esa madre que está recogiendo comida en el contenedor de un supermercado y llenarle el carro hasta los topes.
Hay momentos que quisiera ser Dios, y borrar el dolor de los ojos de tanta gente que viajan conmigo en el metro, soplar sobre sus rostros y hacer que renaciera la sonrisa, pero solo soy un pobre hombre que va por la vida con el corazón en la mano y que sufre con lo que ve y con lo que no ve, que se siente impotente e insolidario por no ser capaz de compartir lo poco que tiene con los que tienen todavía menos.
Cuando veo los sueldos multimillonarios, los patrimonios disparatados, la corrupción y la codicia de tanta gente, pienso que en el fondo son unos desgraciados, porque si fueran sensibles, si fueran capaces de sentir amor, compasión y ternura, no hubieran atesorado semejantes fortunas. Puede que sus cajas fuertes revienten de dinero, pero sus corazones están en la más absoluta de las miserias.
JUANMAROMO
hay quien afirma que todos somos dios
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