Emma Riverola Escritora
Zapatero no se mueve ni un milímetro. Insiste. Aceptar la devolución de la vivienda a cambio de liquidar la hipoteca supone un riesgo para la salud de los bancos. Al momento, el vómito invade nuestra garganta y, esta vez, cuesta demasiado tragárselo. El argumento suena a aceptación de chantaje: si no preservamos el negocio de la banca, el dinero de todos está en juego. Eso mismo debe pensar la víctima de una extorsión cuando paga para proteger la vida de su familia.
Entonces, ¿qué hacemos con la náusea que nos invade? ¿Debemos seguir atrapados en un sistema perverso en el que siempre gana la codicia y la falta de ética de los mismos? Nuestros bancos tasaron los pisos por las nubes; exhortaron a todos, incluidos los que no podían asumirlas, a contratar hipotecas para comprarlos. Siguiendo los pasos de sus colegas americanos, nos hundieron en esta crisis que está dinamitando los restos de la socialdemocracia. Y ahora, se quedan con los pisos de los insolventes, los sacan a subasta, los compran ellos mismos u otras mafias por la mitad de su valor y patean al desahuciado dejándole el resto en deuda.
Zapatero -el PSOE- no se mueve. Y es evidente que tampoco lo hará el PP de Rajoy. Los únicos que aritméticamente pueden gobernar este país. Su inacción les convierte en cómplices de la codicia de la banca y a los ciudadanos solo nos queda elegir: o tragarnos el vómito o escupirlo.
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