Emma Riverola
Durante la Guerra del Golfo, la agonía de un cormorán cubierto de petróleo fue convertido en el símbolo de las maldades de Sadam Husein. Con el tiempo se descubrió que la imagen había sido un montaje. Las imágenes de las verdaderas víctimas, los civiles, se nos ocultaban para evitarnos problemas de conciencia.
Las webs contrarias a la intervención occidental no tardaron en denunciar el supuesto montaje de la escena. Aducen que a la mujer no se le aprecia ningún rastro de la agresión y se preguntan cómo pudo sortear los controles del hotel. La duda nos duele. Necesitamos creer el desgarrador y valiente testimonio de Obeidy. Pero la sombra de la manipulación siempre acecha. Pegajosa y letal, como el crudo del cormorán. Al fin, solo nos queda aceptar una verdad: de tanto que sabemos, no sabemos nada.
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