martes, 29 de marzo de 2011

EMAN Y EL CORMORÁN



Emma Riverola

Durante la Guerra del Golfo, la agonía de un cormorán cubierto de petróleo fue convertido en el símbolo de las maldades de Sadam Husein. Con el tiempo se descubrió que la imagen había sido un montaje. Las imágenes de las verdaderas víctimas, los civiles, se nos ocultaban para evitarnos problemas de conciencia.

El sábado, una mujer irrumpió en el hotel de Trípoli donde se hospedan los corresponsales de guerra. Desesperada, trató de denunciar el brutal ataque que había sufrido a manos de las tropas de Gadafi. Eman al Obeidy apenas pudo explicar que había sido violada y vejada por 15 hombres durante dos días. Tan pronto empezó a hablar, los agentes de seguridad se abalanzaron sobre ella con brutalidad y fue detenida. Durante las primeras horas de su desaparición, el régimen la acusó de borracha, loca y prostituta. Pero ayer anunció su liberación y aseguró estar investigando el caso.

Las webs contrarias a la intervención occidental no tardaron en denunciar el supuesto montaje de la escena. Aducen que a la mujer no se le aprecia ningún rastro de la agresión y se preguntan cómo pudo sortear los controles del hotel. La duda nos duele. Necesitamos creer el desgarrador y valiente testimonio de Obeidy. Pero la sombra de la manipulación siempre acecha. Pegajosa y letal, como el crudo del cormorán. Al fin, solo nos queda aceptar una verdad: de tanto que sabemos, no sabemos nada.

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