Emma Riverola Escritora
Estamos frente a un monstruo. Un monstruo que nos ensordece con sus rugidos, que nos hiere con sus manotazos y nos aterroriza con su crueldad. Con cada nueva acometida, echamos un paso atrás. Retrocedemos. El paro femenino se dispara. La cifra ya escasa de directivas se torna ridícula. Los logros conseguidos, gota a gota, durante las últimas décadas se desvanecen.
El mónstruo se agita, parece que se aproxima. Recortes en el sistema sanitario. Más listas de espera. Menos proximidad. Otro rugido. Un zarpazo en el aire. Otro paso atrás en educación. Menos personal de soporte. Menos atención a la diversidad. Más fracaso. Más retrocesos. Sentimos en el rostro el aliento fétido del monstruo y ya no sabemos de qué más despojarnos. Estamos perdiendo las casas, las ayudas, los empleos y los servicios. Paso a paso, desandamos lo recorrido y tememos topar, en cualquier momento, con la espalda contra un muro. La muralla de la injusticia y la desigualdad. Ese día se aproxima, si no ha llegado ya. ¿Y entonces? ¿Nos quedaremos con el cuerpo pegado a la muerte, dominados por el terror, esperando en la oscuridad el último y definitivo zarpazo? ¿Pactaremos con el diablo para que nos libre del mal e hipotecaremos el futuro y nuestra libertad? Quizá deberíamos empezar a mirarnos unos y otros, inventarnos el valor y decidirnos a cambiar el rumbo de la historia. Eso… o la esclavitud.
El mónstruo se agita, parece que se aproxima. Recortes en el sistema sanitario. Más listas de espera. Menos proximidad. Otro rugido. Un zarpazo en el aire. Otro paso atrás en educación. Menos personal de soporte. Menos atención a la diversidad. Más fracaso. Más retrocesos. Sentimos en el rostro el aliento fétido del monstruo y ya no sabemos de qué más despojarnos. Estamos perdiendo las casas, las ayudas, los empleos y los servicios. Paso a paso, desandamos lo recorrido y tememos topar, en cualquier momento, con la espalda contra un muro. La muralla de la injusticia y la desigualdad. Ese día se aproxima, si no ha llegado ya. ¿Y entonces? ¿Nos quedaremos con el cuerpo pegado a la muerte, dominados por el terror, esperando en la oscuridad el último y definitivo zarpazo? ¿Pactaremos con el diablo para que nos libre del mal e hipotecaremos el futuro y nuestra libertad? Quizá deberíamos empezar a mirarnos unos y otros, inventarnos el valor y decidirnos a cambiar el rumbo de la historia. Eso… o la esclavitud.
1 comentario:
Cualquiera que lea mis comentarios a tus publicaciones, podría pensar que me los has comprado... jajaja...Pero la verdad es que en muchos momentos pienso que compartimos "cerebro" y "corazón".
Gracias por expresar de forma tan sabia y tan clara, lo que yo también siento.
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