lunes, 14 de febrero de 2011

Sin remite

El martes de la semana pasada mi cartera desapareció misteriosamente de mi bolso. Me di cuenta al ir a coger mi billete de metro. Fue en ese preciso instante y no antes cuando sentí la levedad del bolso. Y no pude entender cómo hasta ese momento no me había dado cuenta de lo que faltaba, cuando desde el momento en que fui consciente sentía la falta a cada paso, como una desnudez.

Volví corriendo al Starbucks donde acababa de comer -y pagar-, pero allí no estaba. LLamé para anular las tarjetas. Pedí dinero para comprar un billete de metro, y me fui a una comisaría a poner una denuncia que me permitiera rehacer mis papeles.
Volví a mi casa y a hacer mi vida normal, en la que sólo cambiaba el hecho de que me acostumbré sorprendentemente pronto a la liviandad de mi bolso.
El viernes de esa semana un sms hizo que de pronto me diera cuenta de que había llegado la primavera al mes de febrero. “En el buzón había un sobre con tu documentación”. Era de mi madre, aún tengo su dirección en el carné.
Alguien había vaciado la cartera con todas mis cosas: mis tarjetas anuladas, mi DNI caducado, mi carnet de conducir, los tickets de la compra, mis billetes agotados de metro, las fotografías, las tarjetas de visita que jamás utilizo, y otra serie de cosas a excepción del dinero – doy por hecho que si lo robó será porque lo necesitaba-. Alguien lo había sacado todo, absolutamente todo, lo había metido en un sobre, había reforzado el cierre con papel de celo, había escrito mi nombre y la dirección de mis padres, había ido hasta Correos, y había pagado el franqueo.
En realidad, poco de lo que hay dentro del sobre me sirve realmente. Poco.
Pero el sobre sí.
Lástima que sea quien fuere, quien tiene mi dinero, quien tiene mi cartera, quien tiene ambas cosas, o ninguna de ellas, qué importa, no escribiera en él el remite. Para haber podido darle las gracias, y decirle que sí sirvió.

http://miradadepat.com/

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