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miércoles, 16 de febrero de 2011
EL APOSTOL DE LA LUJURIA
Un monje capuchino imparte cursillos de "orgasmos divinos" con la bendición de la Iglesia Católica
Con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho. Tras toda una eternidad condenando y reprimiendo la vida sexual de los feligreses, el Vaticano va y da su bendición a un monje polaco que imparte a las parejas casadas consejos para practicar sexo en comunión con el Altísimo.
El interfecto atiende al impronunciable nombre de Ksawery Knotz, vive en el monasterio capuchino de Stalowa Wola (sur de Polonia) y, cuando alguien le pregunta atónito por sus clases de sexo católico, apostólico y romano, él simplemente esboza una beatífica sonrisa y responde: "Trabajo para Dios". Y aún añade: "Animo a las parejas casadas a rezar para que tengan una buena y feliz vida sexual. Para ellos, es un medio de acercarse a Dios".
El religioso, que se confiesa inspirado por la "liberalidad" de su familia y por las enseñanzas del papa Juan Pablo II (que en gloria esté), lleva impartiendo sus clases de sexo matrimonial desde el año 2000 y ha trabajado ya con más de 3.000 parejas de fieles católicos polacos. La popularidad de sus enseñanzas es tan grande que la agenda de Ksawery está desbordada y hay listas de espera hasta el 2009: "La gente está un poco sorprendida, pero agradablemente sorprendida", matiza.
Es el caso de Kasia y Jan Paluszewski, dos católicos casados desde hace 18 años y padres de tres niños, de 16, 13, y 3 años, que aseguran que los consejos del padre Knotz "reforzaron" y "aclararon" su vida sexual y espiritual: "Escucha realmente a las parejas, y es por eso que nos entiende bien", dice Jan.
Sexo como Dios manda
¿El secreto del éxito del padre Knotz? La naturalidad: "Si crees en Dios, crees que Dios está presente en la vida, en el amor, en el matrimonio y en la sexualidad. Parece natural hablar de sexo, y suprimir algunos tabúes y etiquetas del pecado", comenta esta peculiar persona de 43 años.
Como tampoco es cuestión de pasarse, el llamado "monje del Kama Sutra" reserva sus consejos sexuales a parejas casadas tradicionales, es decir, a aquellas formadas por hombre y mujer, si bien reconoce que, en materia sexual, la educación católica es "algo débil".
Por eso, frente a los castradores sermoneos de muchos curas, el padre Knotz recomienda una "buena y abierta comunicación entre los esposos", imprescindible para alcanzar los orgasmos celestiales que él "vende", y anima a los maridos para que se tomen todo el tiempo del mundo para "satisfacer plenamente" a sus mujeres.
Teología del orgasmo
Aunque la repercusión mediática de este monje no ha llegado, todavía, a la que disfrutaron otras populares figuras eclesiásticas (como el padre Apeles, San José María Escrivá de Balaguer o el padre Mundina), el padre Knotz ya ha hecho sus pinitos como escritor (es autor de un libro titulado El acto del matrimonio) y posee, desde hace casi un lustro, una página web llamada La suerte del encuentro, que se puede leer en polaco y en inglés.
En el más polémico capítulo de su libro, que lleva por título "La teología del orgasmo", el capuchino compara el momento supremo del acto sexual con el encuentro con Dios en el Cielo: "El amor de una pareja casada, expresado en el sexo, acerca el cuerpo humano al cielo. El éxtasis de una relación sexual puede compararse a la alegría de la vida eterna. Es por eso que este acto conyugal permite a los esposos empezar a entender la dulzura del encuentro con Dios", añade el padre Knotz, en unas declaraciones que, poco más o menos, suscribiría cualquier maestro de sexo tántrico.
La única diferencia es que el padre Knotz no predica con el ejemplo y lleva a rajatabla su voto de castidad. Esto es parte de su fuerza, pero también su talón de Aquiles: sus detractores lo acusan de carecer de experiencia personal y, por consiguiente, de autoridad para pontificar sobre sexo. Y el padre Knotz, que tiene respuesta para todo, contesta: "No necesitáis padecer una enfermedad del corazón para ser cardiólogo, ni ser alcohólico para convertirse en terapeuta".
Del mismo modo, hijos míos, no hace falta saltarse a la torera el sexto mandamiento para convertirse en el apóstol del Kama Sutra católico.
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