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viernes, 28 de enero de 2011

LA ISLA DE LOS JUEGOS




Corrían los principios del milenio, el Euro asomaba las orejas y había miles de millones de pesetas negras que blanquear antes de la entrada de la moneda única. "España iba bien", había que aprovechar la fiebre consumista y atraer los inmensos capitales de las mafias internacionales para que invirtieran sus denarios sangrientos en nuestras tierras.
La costa del sol y la costa valenciana, con unos gobiernos locales experimentados en triquiñuelas recalificadoras eran la tierra prometida para los especuladores del ladrillo que en pocos años lograron que miles de hectáreas de suelo comunitario pasara a manos privadas por un puñado de dólares, pero faltaba un pequeño de talle, el agua.
Para convertir un parque temático ruinoso como Terra Mítica en algo rentable, para construir urbanizaciones de lujo con piscinas, campos de golf y spas oceánicos  hacía falta un caudal inmenso de aguas, y estas se encontraban unas millas al norte, en el Ebro.
Se manipuló a la opinión pública levantina para hacerles creer que el trasvase se requería para regadíos y consumo humano pero el 80% del caudal estaba destinado a convertir la costa mediterránea en un inmenso Benidorm desde Vinaroz  hasta Gibraltar, una muralla de hormigón donde invertir el frutos de robos y desfalcos hasta la llegada del Euro.
Se sobornaron ediles, concejales y políticos y se desató una cruzada para conseguir el trasvase como si del Santo Grial se tratara, ya estaba todo atado y bien atado, pero surgió el imprevisto y el PP perdió las elecciones.
El Edén se quedó sin  su Éufrates, pero la maquinaria ya era imparable, miles de urbanizaciones, segundas residencias y hoteles se extendieron por la costa como un chapapote inundándolo todo, la "Isla de los juegos"  abría sus puertas.
Pero esta fiebre se extendió a todos los ámbitos geográficos, estaciones de esquí y parques naturales se vieron rodeados por grúas que crecían como hongos en otoño, miles de casas, chalets y apartamentos se vendían a precios nunca vistos, los pinochos de turno compraban y se endeudaban de por vida bajo el encanto de Hamelin que les prometía plusvalías continuas, hoy compras por 50, mañana vendes por 80. Los tiovivos, las norias con tabaco y bebida gratis rebosaban de niños grandes que jugaban a ser financieros, "quien no tiene una segunda o tercera residencia es un fracasado y un pringao" sentenciaban los nuevos Onassis en sus cruceros caribeños pagados a costa de una renegociación de la deuda. 
Pero de pronto, las músicas cesaron, la luces se apagaron mientras barcos cargados de dinero abandonaban "La Isla de los Juegos", algunos avispados consiguieron salir tras ellos, pero la mayoría quedaron atrapados y comenzaron a crecerles orejas y rabos, una horda de inspectores con ordenes de desahucio, empezaron a pedir el importe de la entradas, pero nadie tenía un euro.
Hoy vemos kilómetros de costa con apartamentos vacios, cementerios blanqueados donde antaño hubo vergeles de naranjos, grúas oxidadas y esqueletos de hormigón  profanando paisajes de ensueño mientras rufianes y banqueros entierran sus botines en los paraísos fiscales, después de sueño, llegó la pesadilla.
Ahora Pinocho tiene que remar como loco para que no le devore la ballena de la crisis, y acabará extenuado en una playa antes de cobrar la jubilación, mientras los asnos continúan rebuznando y coceando a diestro y siniestro esperando que alguien les ponga las alforjas y les haga trabajar a lomo caliente por media ración de alfalfa.

Y colorín colorado, este cuento aun no ha empezado.

JUANMAROMO

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