El rio de la vida hierve entre cascadas,
serpentea meandros indecisos o
se estanca entre charcas putrefactas.
Sus aguas preñadas de recuerdos
se perfuman de menta y hierbabuena,
añoran sus orígenes secretos,
se sumen en oscuros remolinos,
en pozos insondables.
Sacian las agrietadas tierras del olvido
inundan los maduros pastizales
donde el deseo pace
o paren espumas procelosas
en sus vulvas de piedra.
El rio de la vida se retuerce
y brinca entre guijarros
o se hunde en fétidos pantanos
donde acechan pirañas asesinas
que devoran el alma.
Desde las nieves encendidas de sus fuentes
hasta la mar procelosa que lo aguarda,
con la fiereza del juvenil deshielo
o la calma del cálido estiaje
la inmutable corriente de la vida
se inventa a cada instante.
JUANMAROMO
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