Albert Marcet, catedrático de la London School of Economics; fue investigador de IAE-CSIC
LLUÍS AMIGUET - 25/11/2010
Tengo 50 años y sigo disfrutando de lo divertida e importante que es la investigación económica. Nací en Terrassa. Casado, tres hijos: de 24, 8 y 4. La izquierda en España sigue hablando de buenos y malos en vez de centrarse en cómo mejorar la sociedad y ayudar a los débiles
Durante diez años España hizo las cosas bien: se mejoró la política fiscal, la protección social y las infraestructuras y todo bajo una acertada supervisión del Banco de España...
Pero no se vio venir el frenazo.
En ningún país, por eso la caída ha sido tan fuerte para todos. Tras haber tenido un superávit histórico en el 2006 y el 2007; en el 2009 llegamos a un déficit del 11 por ciento del PIB; similar, por otra parte al de Reino Unido, EE. UU o Grecia...
Endeudados de golpe.
Distingamos bien déficit - el que se acumula en el año-de la deuda que arrastra el país de varios ejercicios, porque la de España, en cambio, ha sido y es de las más bajas de Europa, el 53 por ciento del PIB, cuando la de Italia, por ejemplo, es del 116. Y las del Reino Unido o EE. UU. son también mayores.
Sutilezas que no distingue el mercado.
El déficit asusta a los inversores, porque anticipan que, si te has pasado un 11 por ciento del presupuesto en un año, se te hará difícil corregir la desviación en los que vienen y tal vez algún día no puedas pagar intereses...
Pero España siempre los ha pagado.
Nunca ha suspendido pagos en el siglo XX excepto durante la Guerra Civil. En cambio leo estos días - y en prensa seria-la animalada de que ya ha suspendido pagos alguna vez, como Argentina. Es falso, pero se repite, igual que la deuda española - también erróneo-es enorme y otras barbaridades...
¿Quiénes son los falsarios?
Veo una colección de tonterías publicadas. Y ustedes los periodistas deberían apuntarlas y desmentirlas: tengo aquí mismo una de un tal Abhisek Singhania, experto del Deutsche Bank, que aconsejaba en enero: "Vendan deuda española y compren irlandesa".
Habrá cobrado bonus por profeta.
Espero que comprara de su bolsillo esos bonos irlandeses. No podemos evitar esas estupideces, pero sí otras de las que han sido responsables el Gobierno español y la oposición.
Por ejemplo.
¡A quién se le ocurre culpar "a los mercados" de "la especulación"! Pues lo han hecho algunos ministros españoles, como si España no se hubiera beneficiado durante años de ese dinero que le dejaban para crecer: ¿qué diría usted de un vecino que le pide dinero y luego le llama usurero? Si no quiere especuladores, no emita bonos.
Algunos ministros deberían leer más.
O al menos no contradecirse a diario sobre las subidas de impuestos o la reforma laboral: ese guirigay suscita alarma en los mercados, pero tampoco la oposición ha sido leal a los ciudadanos que le pagan sus sueldos.
Mucha tranquilidad no ha inspirado.
Ha pregonado y exagerado nuestras debilidades y ha apuntado hasta las inexistentes como si en el declive de España estuviera la clave de su futura victoria electoral.
Han hecho partido y debían hacer país
. El problema es que los mercados no distinguen bien quién habla y sólo les llega el mensaje de que en España van las cosas mal.
¿Y al final acabarán yendo peor?
Estos días vivimos ciertas turbulencias, pero superficiales, en nada comparables a la crisis de mayo cuando eran los grandes inversores institucionales los que no querían comprarnos deuda. Y habrá más vaivenes, pero si España sigue cumpliendo los planes, no tendría por qué haber nuevas crisis de calado. El Gobierno ha hecho bien su trabajo el 2010 y no era fácil.
¿Qué nos aconseja?
Al Gobierno español, que aproveche los vaivenes especulativos para actuar él mismo como agente - con todos los instrumentos del mercado-para aprovecharlos.
¿Se debería explicar mejor España?
Frente a la insistencia en el pinchazo del tocho, el "Real Estate", deberíamos explicar también cómo Oxford Street está lleno de marcas españolas como Zara o Mango y que para llegar a Londres seguramente usted utilizará un aeropuerto gestionado por una empresa española, Ferrovial o sacará libras de una sucursal del Santander.
Y nuestras infraestructuras están entre las mejores de Europa.
Lo verá cualquier que viaje un poco. Además, el despegue de nuestras multinacionales era inexistente hace sólo 15 años.
La tristísima trinidad española son cajas, paro y bajo crecimiento.
Es que el cambio de modelo ha sido radical y traumático. Cuando yo era catedrático en la Pompeu, tuve un alumno que superó con brillantez un exigente máster. Al acabar trabajó en la universidad... ¡De albañil! En la obra le pagaban mejor que nadie.
Gran España del ladrillo que no volverá.
El 20 por ciento de la población ocupada llegó a estar en construcción o inmobiliarias, cuando lo normal es entre el 8 y el 10.
Así nos va la tasa de desempleo.
Aquellos sueldos se acabaron y no volverán: tengámoslo claro. Y los que están en el paro - ese 20 por ciento-deberían tomar nota. No es fácil aceptar esa caída de salario, pero tampoco se puede ignorar la realidad.
¿Pero volverán a trabajar?
Pues claro, pero el sistema necesita tiempo para volver a crear empleo.
¿Cómo?
No prolongando más de lo debido el subsidio: ya darlo más de año y medio es incentivar la desocupación y la pérdida de capital humano. Deberíamos, en cambio, invertir en sistemas de ocupación y reciclaje laboral como Dinamarca o Alemania.
Pero no se vio venir el frenazo.
En ningún país, por eso la caída ha sido tan fuerte para todos. Tras haber tenido un superávit histórico en el 2006 y el 2007; en el 2009 llegamos a un déficit del 11 por ciento del PIB; similar, por otra parte al de Reino Unido, EE. UU o Grecia...
Endeudados de golpe.
Distingamos bien déficit - el que se acumula en el año-de la deuda que arrastra el país de varios ejercicios, porque la de España, en cambio, ha sido y es de las más bajas de Europa, el 53 por ciento del PIB, cuando la de Italia, por ejemplo, es del 116. Y las del Reino Unido o EE. UU. son también mayores.
Sutilezas que no distingue el mercado.
El déficit asusta a los inversores, porque anticipan que, si te has pasado un 11 por ciento del presupuesto en un año, se te hará difícil corregir la desviación en los que vienen y tal vez algún día no puedas pagar intereses...
Pero España siempre los ha pagado.
Nunca ha suspendido pagos en el siglo XX excepto durante la Guerra Civil. En cambio leo estos días - y en prensa seria-la animalada de que ya ha suspendido pagos alguna vez, como Argentina. Es falso, pero se repite, igual que la deuda española - también erróneo-es enorme y otras barbaridades...
¿Quiénes son los falsarios?
Veo una colección de tonterías publicadas. Y ustedes los periodistas deberían apuntarlas y desmentirlas: tengo aquí mismo una de un tal Abhisek Singhania, experto del Deutsche Bank, que aconsejaba en enero: "Vendan deuda española y compren irlandesa".
Habrá cobrado bonus por profeta.
Espero que comprara de su bolsillo esos bonos irlandeses. No podemos evitar esas estupideces, pero sí otras de las que han sido responsables el Gobierno español y la oposición.
Por ejemplo.
¡A quién se le ocurre culpar "a los mercados" de "la especulación"! Pues lo han hecho algunos ministros españoles, como si España no se hubiera beneficiado durante años de ese dinero que le dejaban para crecer: ¿qué diría usted de un vecino que le pide dinero y luego le llama usurero? Si no quiere especuladores, no emita bonos.
Algunos ministros deberían leer más.
O al menos no contradecirse a diario sobre las subidas de impuestos o la reforma laboral: ese guirigay suscita alarma en los mercados, pero tampoco la oposición ha sido leal a los ciudadanos que le pagan sus sueldos.
Mucha tranquilidad no ha inspirado.
Ha pregonado y exagerado nuestras debilidades y ha apuntado hasta las inexistentes como si en el declive de España estuviera la clave de su futura victoria electoral.
Han hecho partido y debían hacer país
. El problema es que los mercados no distinguen bien quién habla y sólo les llega el mensaje de que en España van las cosas mal.
¿Y al final acabarán yendo peor?
Estos días vivimos ciertas turbulencias, pero superficiales, en nada comparables a la crisis de mayo cuando eran los grandes inversores institucionales los que no querían comprarnos deuda. Y habrá más vaivenes, pero si España sigue cumpliendo los planes, no tendría por qué haber nuevas crisis de calado. El Gobierno ha hecho bien su trabajo el 2010 y no era fácil.
¿Qué nos aconseja?
Al Gobierno español, que aproveche los vaivenes especulativos para actuar él mismo como agente - con todos los instrumentos del mercado-para aprovecharlos.
¿Se debería explicar mejor España?
Frente a la insistencia en el pinchazo del tocho, el "Real Estate", deberíamos explicar también cómo Oxford Street está lleno de marcas españolas como Zara o Mango y que para llegar a Londres seguramente usted utilizará un aeropuerto gestionado por una empresa española, Ferrovial o sacará libras de una sucursal del Santander.
Y nuestras infraestructuras están entre las mejores de Europa.
Lo verá cualquier que viaje un poco. Además, el despegue de nuestras multinacionales era inexistente hace sólo 15 años.
La tristísima trinidad española son cajas, paro y bajo crecimiento.
Es que el cambio de modelo ha sido radical y traumático. Cuando yo era catedrático en la Pompeu, tuve un alumno que superó con brillantez un exigente máster. Al acabar trabajó en la universidad... ¡De albañil! En la obra le pagaban mejor que nadie.
Gran España del ladrillo que no volverá.
El 20 por ciento de la población ocupada llegó a estar en construcción o inmobiliarias, cuando lo normal es entre el 8 y el 10.
Así nos va la tasa de desempleo.
Aquellos sueldos se acabaron y no volverán: tengámoslo claro. Y los que están en el paro - ese 20 por ciento-deberían tomar nota. No es fácil aceptar esa caída de salario, pero tampoco se puede ignorar la realidad.
¿Pero volverán a trabajar?
Pues claro, pero el sistema necesita tiempo para volver a crear empleo.
¿Cómo?
No prolongando más de lo debido el subsidio: ya darlo más de año y medio es incentivar la desocupación y la pérdida de capital humano. Deberíamos, en cambio, invertir en sistemas de ocupación y reciclaje laboral como Dinamarca o Alemania.
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