viernes, 19 de noviembre de 2010

Los amigos de Elena



 
 
Emma Riverola Escritora
Pasan los días y Elena sigue dudando. Como tantos votantes de izquierdas, anda con un papel en blanco en una mano y el nombre del partido que siempre ha votado en la otra. Esta semana expresó su dilema a los amigos y ahora está por hacer malabares con sus papeletas y escapar a algún refugio perdido en la montaña. Hubo quien se mostró decepcionado por el simple hecho de que aún dudara. Otro aseveró que, sin una derrota contundente, nadie pagará por los errores cometidos. Una voz propuso un ISO de políticos, pero ¿quién controla la calidad? También oyó gritos que llamaban a romper con todo y empezar de cero. Aparecieron sugerencias de escons insubmissos y de escons en blanc; incluso hubo quien abogó por Carmen de Mairena. Y otros, sencillamente, se proclamaron, ellos también, Elena.


Elena sigue sin sentirse implicada. Los mensajes de la campaña le llegan con sordina y, cuando alguno destaca, le saca los colores. Mejor ponerse una venda en los ojos, tapones en los oídos y tratar de dialogar consigo misma. Discernir si vota a personas o a programas, a metas o a tangibles. Y, de nuevo, decidir su lugar en la batalla. O tragarse el sapo de la decepción, darles su apoyo y, desde el interior de la urna, exigirles lealtad a los principios. O darles la espalda, dejar que pase la tormenta de arena, y esperar a que la travesía del desierto procure nuevos frutos.

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