Huir no sirve de nada. Lanzar piedras al cielo y esperar que Dios abra su puerta y le mire airado , tampoco le disuelve el miedo.
Cuando la impotencia encuentra camino en el corazón de un hombre y la certidumbre de que los cielos están vacíos le resulta tan dolorosa como cualquier tipo de renuncia, el hombre sabe que debe levantarse, meter la cabeza bajo el grifo de agua fría, pasar unos instantes delante del espejo, mesarse los cabellos, hablar a tontas y a locas , caminar de un lado a otro y contar sus pasos para no pensar en nada.
¡ No-pensar-en -nada! El hombre tiene los pies fríos. Ni siquiera sabe quién es . Comerá letras del cuadro de los acontecimientos; se tenderá en el sofá, echará nuevamente una cabezadita, esperará la llamada de algún amigo pidiendo que le confirme la inmisericordia de la noticia y mientras suena el teléfono notará que alguien palpa el cojín que le sirve de almohada y le importará un bledo.
No abrirá los ojos ,no tendrá miedo de morir . Durante mucho tiempo ha tenido miedo a la muerte, ese pensamiento turbador lo martirizaba. Pero ahora no, ahora desea no seguir existiendo. Ha perdido cualquier espanto ,porque la nada es menos absurda que seguir viviendo sin poder hacer NADA.
http://lacomunidad.elpais.com/karamelillo/2010/10/24/impotencia
1 comentario:
Precioso y triste.Real y
También tranquilizante dejar de temer a la muerte, es un paso adelante para no tener miedo a lo inevitable y pensar en ella como la Paz definitiva.
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