A veces me da la impresión de que la vida es una pieza frágil y única, una copa de cristal de bohemia, unas alas de mariposa, un amanecer en silencio. Temo hacer algo que rompa el hechizo, algo que haga saltar la copa en mil pedazos. Por eso permanezco callado, sin atreverme a rozarla , contemplando su belleza como se contempla un sueño, un sueño que en cualquier momento se esfumará para siempre y dejará mi almohada preñada de lágrimas.
A veces pienso que vivimos mil vidas distintas, universos paralelos, dimensiones que en un instante se entrecruzan como dos trenes de fuego, y por un momento, creemos reconocernos por las ventanillas, pero el suspiro se ahoga en nuestra garganta y el amor se borra de nuestras pupilas fugaces. En nuestro viaje espiral a través del espacio / tiempo, atravesamos de continuo vivencias, sentimientos y amores ya vividos, e incluso algunos aún por llegar, pero la velocidad impide reconocerlos y recordarlos, no obstante, nos dejan esas imágenes sublímales que se despiertan en nuestros sueños o juguetean en nuestras fantasías.
Sabemos que hay una estación al final de este viaje, pero ignoramos si será un transbordo, un viaje de vuelta o un fin de trayecto. Quizás la vida sea eso, un viaje perpetuo por la misma vía en la que los guardagujas del destino juegan a desviarnos en una u otra dirección.
Ciertamente, este es un mundo en el que las sensaciones que describes se viven continuamente. En ocasiones ..... llego a las mismas conclusiones.
ResponderEliminarInteresante reflexión.