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domingo, 31 de octubre de 2010
UN RELATO PARA LA NOCHE DE WALPURGIS
Juan y Marcos eran los mejores amigos, donde uno estaba el otro iba, cuando no se veían se extrañaban, de verdad que parecían hermanos, cada uno de ellos consideraba al otro como el hermano que nunca tuvo.
Juan de 10 años y Marcos de 9 decidieron pedirles a sus padres que les compraran unos Walky-Talky para mantenerse comunicados entre sí cuando no estuviesen juntos, especialmente en las noches. Sus padres accedieron y les compraron los aparatos.
Un día como cualquiera Juan se le ocurrió la idea de jugar con los Walky-Talkin en una gran casa abandonada que estaba en la misma calle en la que ellos vivían, y así lo hicieron. Nunca habían entrado allí porque alrededor de esa casa se tejían cantidad de historias tenebrosas, algunos decían que allí una familia entera fue brutalmente asesinada, otros decían que el jefe de la familia que allí vivía tenía pacto con el demonio y entregó a todos sus hijos en un sangriento ritual y que luego arrepentido por lo hecho se quitó la vida. En fin nadie sabía a ciencia cierta lo sucedido en esa casa.
Juan y Marcos corrían por las escaleras y se decían uno al otro
-“AMIGO, ESTOY EN EL CUARTO- CAMBIO”
-“YA VOY PARA ALLÁ AMIGO- CAMBIO”
-“AMIGO, HAY UN VIEJO ARMARIO VEN PARA ACÁ ,AMIGO- CAMBIO”
-“YA VOY PARA ALLÁ AMIGO- CAMBIO”
Cuando estuvieron ambos en la habitación observando con extrañeza la forma de aquel armario y lo tétrico que era, escucharon como alguien más subía por las escaleras “¿pero cómo era posible, había alguien más viviendo allí?”. Los pasos se dirigían rápidamente hacia la habitación, y ellos decidieron esconderse, Juan fue el primero en hacerlo y se escondió debajo de la cama, pero como la cama era de un solo puesto Marcos no pudo esconderse allí, por eso corrió hacia el armario, y allí se estuvo agachado.
Los pasos llegaron hasta la entrada de la habitación y la puerta se abrió, Juan que estaba debajo de la cama trataba de ver quién entraba, pero no veía nada, y entonces tomo su transmisor y le dijo a Marcos :
-AMIGO ¿VES ALGO?-CAM...BI...BI..O
-NO AMIGO NO PUEDO ABRIR LOS OJOS TENGO MUCHO MIEDO.
-TRANQUILO AMIGO
Los pasos ingresaron a la habitación, pero seguía sin ver nada, no se explicaba por qué si por lo menos debía verle los pies, entonces le entró un helado frío que se apoderó de sus huesos y su cuerpo le dolía, no podía moverse y sentía un nudo en su garganta, casi se estaba sin habla. Aquellos pasos parecían dirigirse directo al armario y al parecer Marcos los escuchó.
-AMIGO VIENE PARA ACÁ ¿QUÉ HAGO?
Marcos no contestaba... lo único que escuchó Juan fueron los desgarradores gritos de Marcos, quién repetía una y mil veces “¡AMIGO AYÚDAME... AMIGO AYÚDAME, AMIGO!...” hasta que todo quedó en silencio.
Juan no pudo salir de allí hasta después de 3 horas, su cuerpo no respondía, todo él era un entero temblor. Llegó hasta su casa aún sin soltar su transmisor y contó a sus preocupados padres toda la historia. Los padres de Marcos junto con otros vecinos del barrio Prinston acudieron a la casa y por más que revisaron no pudieron hallar rastros del niño. Su sepelio se hizo sin cuerpo y la casa fue clausurada y con los años demolida.
Ahora yo tengo 45 años y conservo aquel viejo transmisor, en el que algunas noches escucho con claridad la voz de un niño quien me dice “amigo sigo aquí, hace un poco de frío, pero vamos a seguir jugando, sólo fue un susto, sólo fue un susto- CAMBIO”
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