El lunes Jordi no fue a trabajar. Se encontraba indispuesto. El Domingo tampoco salió de casa, se encontraba mal, mitad por la resaca, mitad por lo que sucedió el sábado. El sábado había ido de paella con sus amigos, sobre las seis de la tarde decidieron ir a ver “las chicas guapas”. Recorrieron todos los puticlubs entre El Verger y Oliva. En El Molinell una chica llamó su atención, una chica bellísima con mirada tristona, y subió a una habitación con ella. Cuando empezó a desnudarse la chica rompió a llorar, él se quedó estupefacto. Al preguntarle que le pasaba, los llantos aumentaron. Empezó a sospechar que la chica no era puta por su voluntad, sino que estaba forzada. Se le pasó la borrachera de golpe, se puso blanco como una pared y se llenó de rabia. ¡Por supuesto que a él le gustaba ir de putas pero no que fueran forzadas! Indignado, no sabía qué hacer, no sabía cómo reaccionar. Unos segundos después se acercó a la chica y le preguntó si quería hablar de ello. Se sentaron en el borde de la cama. La chica empezó a contar cómo la engañaron, las palizas que recibió y recibe, cómo le quitaron el pasaporte, cómo la obligan a prostituirse… A Jordi se le revolvieron las estrañas. Poco a poco dejaron el tema, hablaron por más de una hora, Jordi no quería bajar todavía, no quería que los trabajadores del puticlub o los gerentes se dieran cuenta que algo había sucedido. Naturalmente, pagó por el tiempo de más que estuvo con la chica.
El domingo por la mañana despertó todavía consternado, pensando que debía hacer algo. Hacia las once de la mañana pensó en denunciar, en realizar un denuncia anónima contando lo sucedido. Llamó a la Guardia Civil, antes de nada el guardia que le atendió le pidió su nombre completo, DNI y dirección. Él insistió en realizar la denuncia anónimamente pero el guardia le dijo que o daba sus datos o su denuncia no se cursaría. Muy a su pesar dio sus datos.
El lunes todavía seguía afectado, no sabía que había ocurrido con la denuncia. Pasó la mañana solo en casa. A medio día puso las noticias de Canal 9, una noticia hablaba de un cuerpo encontrado descuartizado en una cuneta cerca de Altea. No apareció la cabeza. Jordi se volvió pálido. Presumiblemente era el cuerpo de una mujer de unos veintidós años proveniente de la Europa del Este. Jordi sintió un fuerte pinchazo en su estómago. Tenía un tatuaje en el tobillo, una rosa grande cuyo tallo lo rodeaba y del que salían otras rosas más pequeñas. Jordi vomitó hasta las papillas. Esa era la descripción del tatuaje que él había dado al guardia civil que atendió su llamada.
Dos días después de darse la noticia se encontró el cuerpo de Jordi en su casa, tirado sobre un charco de sangre y con la garganta cortada.
puffffffffff cruda realidad.
ResponderEliminarIba a decir que era imaginativo pero no, si al menos lo hubieses ideado tú... pero es que es repetir machaconamente una y otra vez lo que nos dicen los medios. Anda, ves de putas de una vez y verás cómo tu cuento no tiene nada que ver con la realidad.
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