No es una cuestión de razas, de etnias ni de culturas, es una simple razón de convivencia.
Cuando un individuo o grupo, no adopta las normas de la sociedad en la que dice integrarse, cuando vive de la rapiña o la mendicidad profesional, cuando no aceptan las leyes del país de acogida y pretenden formar un estado dentro de otro estado.
Cuando condenan a sus hijos al analfabetismo y a la marginación al negarles el derecho a la enseñanza, cuando forman núcleos humanos enquistados en las ciudades en donde la miseria la suciedad y la delincuencia campan por sus fueros, causando graves problemas de convivencia, produciendo alborotos, enfrentamientos y hasta ataques a las fuerzas del orden, esos grupos o individuos, sea cual sea su naturaleza, deben ser devueltos a sus países de origen.
Francia siempre ha sido un pueblo de acogida y donde millones de personas perseguidas por sus ideas han encontrado asilo, pero precisamente, para mantener este espíritu, hemos de extirpar grupos que actúan como tumores dentro del tejido social, desgarrándolo y generando toxinas que envenenan las células sanas y reproduciéndose a gran velocidad.
No estamos juzgando a razas, religiones o etnias, estamos defendiendo un sistema social que ha costado siglos levantar, de un cáncer que puede producir una metástasis de incalculables consecuencias.
Bienvenido sea todo aquel, que llega con la ilusión de participar en nuestra sociedad, como uno más, asumiendo deberes y derechos, pero todos aquellos que pretenden vivir con sus propias leyes y costumbres desafiando las del país de acogida deben ser expulsados y retornados a la jurisdicción de sus autoridades competentes para que estas asuman su responsabilidad como gobernantes.
No se trata de expulsar a un pueblo, a una etnia o a una cultura, si no a los grupos o individuos que no quieren integrarse en la sociedad, confundir esto con racismo o xenofobia, es pura irresponsabilidad y demagogia
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JUANMAROMO
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