Philippa Roberts, cofundó PrettyLittleHead; asesora a los conservadores británicos
LLUÍS AMIGUET - 19/03/2010
Tengo 43 años y una hija de tres años que podrá vivir su feminidad mejor que yo. Nací en Londres: capital del poder, la intriga y las ejecuciones y, hoy, ensayo de la diversidad y la convivencia. Estamos adaptando a los tories a la modernidad. Participo en Rethink-her 2010
Mi primer mensaje para el mundo es que el 80 por ciento de las decisiones de compra hoy las toman las mujeres y el segundo es que hay más electoras que electores... Y recuerde que también más lectoras que lectores.
¿Qué debo deducir de esas mayorías?
No son nuevas y no han significado nada hasta ahora porque la mayoría de las mujeres se limitaba a adoptar los valores masculinos. Compraban y votaban como hombres o como ellas creían que sus hombres querrían que compraran o votaran.
¿Por qué cree que eso ha cambiado?
Porque los valores femeninos son más útiles en el mundo de hoy ypor ello - a la inversa de lo que sucedía-son cada vez más adoptados también por hombres.
¿En qué deberíamos notar ese cambio?
Mire los mercados y las urnas: es una ola que está cambiando el mundo. Las empresas y los partidos que no sepan hacer suyos esos nuevos valores femeninos pronto serán dinosaurios.
Me está asustando usted.
No tiene por qué: los hombres son los grandes beneficiarios de esta liberación de unos valores machistas que no les hacían felices.
Por ejemplo...
Las empresas asumieron al principio el planteamiento bélico de que debían competir, derrotar al competidor haciendo un mejor producto y ocupar su cuota de mercado...
Eso suena como marketing clásico.
Porque el marketing clásico estaba impregnado de ese militarismo pueril: su "estrategia" para "vencer" a la competencia en la "batalla" del posicionamiento. Y las empresas iban a la guerra de los mercados.
Con sus generales a la cabeza.
Pero su problema hoy es que esa terminología machista a las mujeres - excepto a las que asumen esos valores reaccionarios y se masculinizan-no nos dice nada.
¿Es que a ellas no les gusta ganar?
Ellas - y ellos cuando lo descubren-quieren conectar, relacionarse, compartir, tender puentes y complicidades; decidir juntos. En cambio, la obsesión por agredir, competir y ganar o perder es ya cosa del pasado.
¿Podría ser más específica?
Ya no se trata de que el jefe tenga una visión; ordene y todos elaboren un producto mejor que el del competidor, dejando al comprador sólo dos opciones: compra o no.
¿Cómo es ahora?
Sustituya competencia por complicidad y empezará a pensar en mujer. Y siga modernizándose: cambie enfrentamiento por cooperación y jerarquía también por complicidad:no dé órdenes sino comparta objetivos también con el consumidor.
¿En qué sentido?
Comunicación constante con el equipo y el consumidor al que escuchas en tus decisiones. Ya no se decide el producto en el despacho del jefe sino en las redes sociales que apoyan a tu marca y te van diciendo lo que les gusta y no les gusta de tus productos.
¿Eso no era marketing viral?
¡Es comunicación total gracias a las telecomunicaciones gratuitas! Las decisiones ya no son el resultado de la visión de un líder y su camarilla sino producto del consenso de una red de cómplices que se sienten identificados con el producto o la institución.
¿ Compartir es el valor femenino?
El altruismo de especie impregna nuestra sociedad y hace que broten las ONG por doquier: es un valor puramente femenino. Las mujeres pensamos que nuestro objetivo empresarial, institucional, político, no se agota en nuestro ego ni en el de nuestra propia tribu: queremos el bien sin fronteras.
Pero el producto tiene que funcionar.
En femenino diría "la experiencia de marca debe ser satisfactoria". No entendemos la compra como mera adquisición sino como experiencia global - estética y diseño son fundamentales-que se inicia en el proceso de toma de decisiones sobre el producto.
Al final, un producto es un producto .
¡Error! El objetivo de todo producto debe ser hacernos la vida más fácil. La simplicidad, la sencillez, el uso intuitivo son valores femeninos. Fíjese en Apple y su obsesión por lo fácil o cómo Nintendo, con sus videojuegos, pacíficos y cooperativos, ha superado al machismo belicista del sector.
¿Ser fan de una marca es femenino?
El valor es deliberar y codecidir cómo nos gustaría a todos los que sentimos una marca desde la decoración de la tienda al paquete. Y también criticaremos. Esa complicidad es valiosísima para un empresario moderno.
¿En la política igual?
Mi socia Jane Cunningham y yo fundamos LittlePrettyHead (cabecita bonita) para difundir esos valores: hoy entre nuestros clientes están Tesco, Transport for London, BT, McCann Erickson y SCA Hygiene y The Conservative Party. A David Cameron, el líder conservador, le hemos explicado en detalle cómo incorporar esos valores.
¿Cómo?
Modernizando su imagen autoritaria, militarista, jerárquica, tradicional patriarcal británica e iniciando la revolución de las redes, la comunicación total y la conexión permanente con el ciudadano.
Ya veo que no se conforma con hacerle un maquillaje al partido.
Estamos de acuerdo en la voluntad de servir a la sociedad. A partir de ahí podemos ayudar a mejorar, pero no sólo con anuncios sino con reformas.
¿Qué debo deducir de esas mayorías?
No son nuevas y no han significado nada hasta ahora porque la mayoría de las mujeres se limitaba a adoptar los valores masculinos. Compraban y votaban como hombres o como ellas creían que sus hombres querrían que compraran o votaran.
¿Por qué cree que eso ha cambiado?
Porque los valores femeninos son más útiles en el mundo de hoy ypor ello - a la inversa de lo que sucedía-son cada vez más adoptados también por hombres.
¿En qué deberíamos notar ese cambio?
Mire los mercados y las urnas: es una ola que está cambiando el mundo. Las empresas y los partidos que no sepan hacer suyos esos nuevos valores femeninos pronto serán dinosaurios.
Me está asustando usted.
No tiene por qué: los hombres son los grandes beneficiarios de esta liberación de unos valores machistas que no les hacían felices.
Por ejemplo...
Las empresas asumieron al principio el planteamiento bélico de que debían competir, derrotar al competidor haciendo un mejor producto y ocupar su cuota de mercado...
Eso suena como marketing clásico.
Porque el marketing clásico estaba impregnado de ese militarismo pueril: su "estrategia" para "vencer" a la competencia en la "batalla" del posicionamiento. Y las empresas iban a la guerra de los mercados.
Con sus generales a la cabeza.
Pero su problema hoy es que esa terminología machista a las mujeres - excepto a las que asumen esos valores reaccionarios y se masculinizan-no nos dice nada.
¿Es que a ellas no les gusta ganar?
Ellas - y ellos cuando lo descubren-quieren conectar, relacionarse, compartir, tender puentes y complicidades; decidir juntos. En cambio, la obsesión por agredir, competir y ganar o perder es ya cosa del pasado.
¿Podría ser más específica?
Ya no se trata de que el jefe tenga una visión; ordene y todos elaboren un producto mejor que el del competidor, dejando al comprador sólo dos opciones: compra o no.
¿Cómo es ahora?
Sustituya competencia por complicidad y empezará a pensar en mujer. Y siga modernizándose: cambie enfrentamiento por cooperación y jerarquía también por complicidad:no dé órdenes sino comparta objetivos también con el consumidor.
¿En qué sentido?
Comunicación constante con el equipo y el consumidor al que escuchas en tus decisiones. Ya no se decide el producto en el despacho del jefe sino en las redes sociales que apoyan a tu marca y te van diciendo lo que les gusta y no les gusta de tus productos.
¿Eso no era marketing viral?
¡Es comunicación total gracias a las telecomunicaciones gratuitas! Las decisiones ya no son el resultado de la visión de un líder y su camarilla sino producto del consenso de una red de cómplices que se sienten identificados con el producto o la institución.
¿ Compartir es el valor femenino?
El altruismo de especie impregna nuestra sociedad y hace que broten las ONG por doquier: es un valor puramente femenino. Las mujeres pensamos que nuestro objetivo empresarial, institucional, político, no se agota en nuestro ego ni en el de nuestra propia tribu: queremos el bien sin fronteras.
Pero el producto tiene que funcionar.
En femenino diría "la experiencia de marca debe ser satisfactoria". No entendemos la compra como mera adquisición sino como experiencia global - estética y diseño son fundamentales-que se inicia en el proceso de toma de decisiones sobre el producto.
Al final, un producto es un producto .
¡Error! El objetivo de todo producto debe ser hacernos la vida más fácil. La simplicidad, la sencillez, el uso intuitivo son valores femeninos. Fíjese en Apple y su obsesión por lo fácil o cómo Nintendo, con sus videojuegos, pacíficos y cooperativos, ha superado al machismo belicista del sector.
¿Ser fan de una marca es femenino?
El valor es deliberar y codecidir cómo nos gustaría a todos los que sentimos una marca desde la decoración de la tienda al paquete. Y también criticaremos. Esa complicidad es valiosísima para un empresario moderno.
¿En la política igual?
Mi socia Jane Cunningham y yo fundamos LittlePrettyHead (cabecita bonita) para difundir esos valores: hoy entre nuestros clientes están Tesco, Transport for London, BT, McCann Erickson y SCA Hygiene y The Conservative Party. A David Cameron, el líder conservador, le hemos explicado en detalle cómo incorporar esos valores.
¿Cómo?
Modernizando su imagen autoritaria, militarista, jerárquica, tradicional patriarcal británica e iniciando la revolución de las redes, la comunicación total y la conexión permanente con el ciudadano.
Ya veo que no se conforma con hacerle un maquillaje al partido.
Estamos de acuerdo en la voluntad de servir a la sociedad. A partir de ahí podemos ayudar a mejorar, pero no sólo con anuncios sino con reformas.
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