¿Cuándo supo que algo iba mal con su hijo?
Jesse iba camino de los 15 años y sus notas empezaron a descender. Bajó su autoestima, empezó a mentirme.
¿Qué mentiras?
Decía que no tenía deberes escolares, pero los escondía. Le preocupaba sacar malas notas, pero no conseguía aplicarse. Y no me extraña: ¡enseñan muy pocas cosas interesantes a los chavales en las escuelas!
¿Qué hizo usted para ayudar a su hijo?
Cambiarle a una escuela buenísima y ayudarle con los deberes. Y así estábamos una tarde con el latín, cuando noté algo...
¿Qué?
¡Los efluvios de su hastío! Lo sentí como algo físico, palpable: emanaba de cada célula de su organismo, de todo su cuerpo. Tuve la certeza de que así todo era inútil.
Quizá con parar un rato y merendar...
No: era un aburrimiento hondo, estructural, visible en Jesse desde que se levantaba.
¿Cómo reaccionó usted al captarlo?
Me horroricé. Pero yo sufría tanto viéndole sufrir, que tomé una resolución: "No tienes por qué ir a la escuela si no quieres", solté.
¿Y cómo reaccionó Jesse?
Incrédulo, me miró de soslayo... Insistí, le repetí la propuesta. "¿De verdad?", desconfiaba. "Con cuatro condiciones", planteé.
¿Qué cuatro condiciones?
Primera: "No me pagarás alquiler, así que ¡nada de ponerte a trabajar!".
¿No?
Evité que relevase una actividad ingrata y odiosa por otra igualmente ingrata y odiosa.
¿Cuál fue la segunda condición?
"Descansa hasta las cinco de la tarde".
¿Perdón?
Si yo fuese ministro de Educación, prohibiría que los adolescentes fuesen a clase antes de las doce de la mañana: ¡el adolescente necesita dormir! Es un imperativo biológico.
¿No exagera?
Dentro de diez años dirán: "¡Qué bárbaros, forzaban a sus adolescentes a madrugar!".
Está bromeando...
¡En serio! Un adolescente no está en condiciones fisiológicas de sacar provecho de ninguna clase a primera hora de la mañana.
¿Cuál fue la tercera condición?
"Nada de drogas". Y cuarta: "Jesse, tú y yo veremos juntos tres películas a la semana".
¿Esta era su alternativa al instituto?
Sí. Llamé a su madre (estamos separados) para explicarle el pacto. Lloró: visualizó a nuestro hijo viviendo como un mendigo al cabo de unos años... Pero se avino.
¿Aceptó Jesse su nuevo plan de vida?
Sí. Y a las tres semanas su actitud vital ya era otra: ya no me rehuía la mirada, estaba más relajado, era más franco...
¿Qué buscaba usted con este plan?
Que Jesse recuperase energías y confianza, que volviese a sentirse seguro, a gusto consigo, que encontrase su lugar en el mundo...
¿Qué película vieron primero?
Los 400 golpes,de Truffaut. Su protagonista, zarandeado por la vida, acaba en una playa, alegoría del porvenir siempre abierto. Luego salimos al porche y conversamos...
¿Y así tres veces por semana?
Casi cada día, al final: se levantaba a las cinco de la tarde, desayunaba..., y nos acomodábamos para ver una película.
¿Qué otras películas vieron?
Quise para Jesse una experiencia placentera, y alterné clásicos en blanco y negro, aventuras, acción, simple entretenimiento, ligerezas y verdaderas obras de arte: Instinto básico, Psicosis, El padrino, Pretty woman, Pulp fiction, Manhattan, La matanza de Texas, La dolce vita, Desayuno con diamantes...
¿Qué película cree que resultó más formativa para Jesse?
Ran,que expresa sutilmente el espanto de la soledad y la incomunicación: Jesse identificó esa sensación, quedó hipnotizado, y luego me comentó esas impresiones suyas.
¿No estaba siendo usted un padre demasiado amigo?
Todos los padres queremos la felicidad de nuestros hijos...
¿La matanza de Texas qué conversación suscitó?
Profundamente aterradora, expresa el temor a algo oscuro que puede destrozarte... Así, hablamos de nuestros peores miedos.
¿Qué película les gustó más a cada uno?
Coincidimos: El padrino 2 la vimos media docena de veces. ¡Es una obra maestra absoluta! Jesse tiene buen gusto, eso me consta.
¿Cuánto tiempo estuvieron así?
Fueron tres años muy hermosos, ¡yo hubiese estado así toda la vida?
¿No se sentía raro su hijo?
Él seguía tratando a sus amigos, y cuando ellos fueron a la universidad, se preocupó. "¿Saldré adelante?", me preguntó. "Sí", le dije, y le pregunté qué pensaba él.
¿Y?
Me dijo que sí. Había ganado autoestima. Y tengo observado que los que creen que saldrán adelante, ¡salen adelante!
¿Qué hace ahora su hijo?
Decidió volver a estudiar. Ingresó en una escuela de cine... y hoy escribe guiones.
Natural.
No estaba previsto, se lo aseguro.
¿Qué aprendió usted en esos tres años?
Que nos forjamos una idea fija de nuestros hijos... sin sospechar que evolucionan.
¿Puede una película cambiarte la vida?
Puede ser el espejo en el que vislumbres algo de ti que te ayude a ser más feliz.
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miércoles, 16 de septiembre de 2009
"Hijo, tú y yo veremos tres películas juntos a la semana"
David Gilmour, que educó a su hijo a base de ver cine
VÍCTOR-M. AMELA - 16/09/2009
Tengo 59 años. Nací y vivo en Toronto (Canadá). Soy escritor y profesor de literatura inglesa. Me he casado con tres mujeres, con las que he tenido tres hijos: Maggie (31), Jesse (23) y Emilia (10). Soy moderadamente centrista. Soy un ateo respetuoso
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