El maltrato de hijos a padres se multiplica por 6 desde el 2000
La Fiscalía General de Estado recibió el año pasado 6.000 denuncias paternas. Niños y jóvenes de 7 a 18 años insultan, amenazan o golpean a sus familiares.
El cuadro médico que el psiquiatra Vicente Garrido, de la Universidad de Valencia, ha descrito como el síndrome del emperador, y que consiste en el trato agresivo o muy violento de los hijos menores de 18 años con sus padres, avanza de forma inquietante entre familias de la clase media española. La Fiscalía General del Estado tramitó en el 2006 cerca de 6.000 denuncias de padres y madres que acudieron al juzgado aterrorizados por las cotas de violencia que sus hijos ejercían en casa. Esa cifra, que solo refleja los casos más extremos (el 10% del total), es seis veces superior a la registrada en el 2000, aseguró ayer el doctor Garrido.
Cuando unos padres recurren a la justicia para intentar contener a su hijo, la situación es ya muy desesperada. No solo han perdido toda la autoridad sobre el chico, sino que temen una acción destructiva inminente y definitiva: el incendio o la destrucción de la casa, el ataque a otro hermano o una descarga de furia imprevisible contra ellos, explicó el psiquiatra, en un encuentro de expertos celebrado en el Hospital Vall d´Hebron, de Barcelona.
NO ESTÁN ENFERMOS Los hijos agresores a los que se atribuye el síndrome del emperador no han sido objeto de malos tratos previos, no sufren una psicopatía (esquizofrenia o psicosis) que explique su actitud, ni han recibido una educación permisiva y desentendida por parte de unos padres negligentes o de conducta desestructurada. Tampoco consumen drogas. "Los chicos tiranos no muestran ninguno de esos trazos", prosiguió Garrido.
"Yo he atendido casos de padres modélicos, que dieron a su hijo una buena educación y un trato afectuoso, que han acabado siendo objeto de una violencia exasperante --aseguró el psiquiatra--. Estamos ante un tema muy poco investigado, que muestra a niños muy violentos con familias que no tienen ninguna capacidad de influencia sobre ellos".
El motivo que desata una tormenta de golpes e insultos suele ser inverosímil, desde el punto de vista racional. "Voy a abrir unas líneas de investigación para averiguar por qué no me compráis la moto --escribió un adolescente a sus padres--. Me la vais a pagar. No quiero saber nada de vosotros, panda de perros. Sois los peores padres del mundo".
Esos niños muestran una profunda insensibilidad emocional, describió Garrido, autor del libro Los hijos tiranos (Ariel). "No se vinculan afectivamente con los demás, tienen poca capacidad para sentir amor y no les preocupan los sentimientos ajenos, pero no son psicópatas --insistió--. Están convencidos de que sus padres no tienen legitimidad, ni poder, para castigarles, y no los temen".
Los procesos que relatan las familias que acuden al psiquiatra o ante el fiscal tienen en común una escala ascendiente de agresiones que casi siempre se iniciaron cuando el niño tenía 7 u 8 años.
De unos leves insultos pasaron a la desobediencia general, la desconsideración y las mentiras. Con la adolescencia llegaron los empujones, las amenazas, la destrucción de partes de la casa (una puerta, unos vidrios) y las bofetadas o las patadas. "Y en casos muy extremos, el asesinato", enumeró el médico.
El diagnóstico de los chicos clasificados con el síndrome del emperador es aún bastante errático. Unos especialistas los encuadran bajo el epígrafe de trastorno disocial, un ca- jón de sastre poco perfilado que, explican, no acaba de describir el panorama real de violencia con el que conviven los padres del agresor.
Si nadie lo detiene antes, advirtieron los médicos, toda esa violencia se reproducirá después con la pareja y los hijos del emperador.
ÀNGELS GALLARDO
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