Que nadie te esculpa en sus entrañas
que nadie se colme con tus aguas
ni se atragante con tu río
que nadie compre tu verbo
que nadie vuelva a verte
o a mirarse en tus pupilas.
Rómpete de una vez por todas
que no quede ni un trozo de tu dura porcelana
hazte cenizas tú,
cristal impuro.
Desaparece,
desintégrate como estatua de sal
ahógate en el fango de tu conciencia.
Petrifícate en el centro de un peñasco.
No vuelvas a reconstruirte.
Que se aleje el recuerdo
de tus punzantes labios en mis labios
de tu sombra copulando con mi sombra
antes que yo en mil pedazos me convierta
o como hielo derretido me funda
otra vez entre tus brazos.
Muere, muere lentamente frente a mí.
Lina Zerón
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