Cada vez es mayor el número de familias que se rompen a los pocos años de formarse, ya no hablo de matrimonios, porque últimamente el número de parejas de hecho se ha disparado. En estos días he conocido varios casos, eran “crónicas de una muerte anunciada”, relaciones maritales basadas en la provisionalidad y en el convencimiento tácito de que no sería nada definitivo, el problema es que tienen hijos.
Nunca me ha gustado juzgar a nadie, pero no entiendo como estas mujeres acceden a la maternidad sabiendo (porque lo saben) que esa relación no tiene cimientos y que al más mínimo embate se vendrá abajo. Las víctimas, los de siempre, los niños, siempre de aquí para allá, sin un núcleo familiar estable, utilizados como armas arrojadizas u objetos de chantaje.
Estos niños, victimas del stress materno y carentes de la figura paterna, son candidatos al fracaso escolar y laboral, y presas fáciles para los halcones de la droga y la delincuencia.
La atracción sexual, ha sido desde el principio de los tiempos, el arma con que la naturaleza se ha asegurado la perpetuación de la especie. Como el macho no accedía fácilmente a los favores sexuales de la hembra, procuraba formar una estructura familiar estable con el fin de asegurarse una sexualidad satisfactoria y segura aún a costa de su libertad. Durante este tiempo, los lazos afectivos consolidaban una relación que aseguraba la formación de los hijos. Pero ahora, las mujeres se han hecho tan accesibles que los hombres no tienen necesidad de compromiso para satisfacer sus deseos, pudiendo recurrir fácilmente a contactos esporádicos o en el mejor de los casos a parejas basadas en la provisionalidad. La familia es el núcleo de la sociedad, el nido donde se forma la personalidad y se aprenden los valores , cuando la familia se desmiembra, los hijos son las primeras víctimas, pero las mujeres tienen que cargar con la educación el cuidado y muchas veces la manutención de la prole.
La promiscuidad siempre va en contra de la mujer, y eso es algo que parecen haber olvidado nuestras jóvenes, más preocupadas por una libertad sexual mal entendida que por asegurar su estabilidad emocional y la de sus hijos. Abortos, separaciones e hijos maltratadores es el precio que les toca pagar. El macho se irá con la música a otra parte y si te he visto no me acuerdo, pero ellas tendrán que cargar con el bombo algo más de nueve meses, durante toda la vida.
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