Esther González, que concibió a su hija pequeña para salvar a su hija mayor
"Le he pasado lamano por la cara a Dios, ¡y le he ganado!"
VÍCTOR-M. AMELA - 05/06/2009
Tengo 31 años. Nací y vivo en Manresa. Soy dependienta de Zara. Estoy separada y tengo dos hijas maravillosas: Erine (5) e Izel (16 meses), que engendré para ayudar a curar a Erine de su leucemia. Repudio a políticos y católicos que hubiesen preferido ver morir a mi hija Erine
¿Cómo está Erine?
Viva. ¡Y perfecta, de momento! Mírela: desde hace dos meses ya puede ir al cole, jugar en el parque, comer caramelos..., ¡todo por primera vez en su vida! Y tiene una hermanita.
¿Qué le pasaba a su hija Erine?
Al año y medio de vida, tras muchas infecciones a las que los médicos quitaban importancia, me planté y exigí una analítica completa. ¡Estaba todo descompensado! La ingresaron corriendo, le hicieron pruebas y...
Malas noticias.
Leucemia mielomonocítica crónica juvenil. Una leucemia rarísima, un caso entre un millón. Aún estoy dolida por cómo me lo contaron los médicos de Sant Joan de Déu...
¿Cómo se lo contaron?
Me soltaron todos los datos técnicos: que padecería fiebres, fatiga, pérdida de peso, patologías de piel, pulmón, aparato digestivo... y que no viviría más de los cuatro años, y que trasplantando médula tendría sólo un 25% de posibilidades de sobrevivir... ¡Mi hija era un porcentaje! Eché en falta un abrazo, un consuelo, una muestra de cariño...
El trabajo de los médicos es muy duro...
Lo entiendo, pero me faltó un poco de humanidad: ¡mi hija querida se me iba a morir!
Pero su hija tiene cinco años y vive.
Porque he luchado contra todos, con dos cojones. Yo le he pasado la mano por la cara a Dios, ¡yo le he ganado esta mano a Dios!
¿Por qué dice eso?
Porque los médicos y políticos católicos de este país querían ver morir a mi hija Erine. Sí: ellos preferían que muriese esta niña maravillosa a que muriese un grupito de células sin cara ni ojos en una probeta.
¿Siente rabia?
Sí, y por eso estoy aquí contando esto, para que nadie engañe a unos padres diciéndoles que no hay solución, ¡porque sí la hay!
¿Qué le dijeron a usted?
Que pidiera a la Fundación Carreras un donante de médula compatible. Eso hice..., y así perdí ocho valiosos meses.
¿Perdió, me dice?
No apareció nadie compatible, y desaproveché meses en que podría haber hecho lo que luego hice, con mi hija al límite de su vida.
¿Qué hizo?
Una amiga me dijo que había oído que era técnicamente posible que yo engendrase un bebé 100% compatible genéticamente con Erine, lo que garantizaba un trasplante sanador con sangre de su cordón umbilical.
¿Los médicos no se lo explicaron?
No, quizá eran católicos. ¡Pero puedes ser católico y persona! Podrían haberme llamado bajo mano... No lo hicieron. Cuando le pregunté al médico, su respuesta fue: "Eso es muy complejo". ¡Y qué! ¡Tengo derecho!
¿Y a quién acudió?
A la Comisión de Reproducción Humana Asistida: les envié todos los papeles... Ya es duro pedir permiso a unos señores para salvar a tu hija..., pero peor fue que Erine ¡no fue aprobada! Quizá los papeles no habían llegado en forma... Estallé. Me volví loca... Pedí la baja en el trabajo, donde se han portado muy bien conmigo, yme volqué en salvar a Erine fuera de España. En Bruselas fui aceptada, ¡pero no tenía dinero! Me tragué la vergüenza y salí en la tele... Gracias a donaciones pude pagar el tratamiento.
¿En qué consiste ese tratamiento?
Me hormonaron para ovular, me extrajeron 39 óvulos, los fecundaron con el esperma de mi pareja, nueve de ellos resultaron ser 100% compatibles con Erine y me implantaron dos. Uno se me murió..., y tras nueve meses de embarazo ¡nació Izel!
¿Y los demás óvulos fecundados, qué?
Los no desarrollados los doné a la ciencia, y otros cuatro fecundados han quedado allí congelados, y podría implantármelos.
¿Cómo fue el embarazo de Izel?
Con barriga y todo, ingresaba a Erine continuamente en el hospital por infecciones.
Hasta el trasplante. ¿Cómo se hizo?
Aislada en una cámara en Vall d´Hebron, a Erine le abrasaron las defensas con quimio y le trasfundieron la sangre del cordón umbilical de su hermana: eso activó la producción correcta de hemoglobina, plaquetas y leucocitos. Estaba a punto de morir: ¡era 18 de marzo de 2008 y volvía a nacer!
¿Qué le explicará a Izel de mayor?
Que es mi pequeña, que la adoro, y que ella salvó la vida a su hermana. Se sentirá bien, seguro. Y que no lea en internet sobre mí.
¿Qué podría leer en internet?
Algunos curas me llaman "egoísta" por "usar a Izel sin pedirle permiso". Pero yo le diré a ella: "Si un día tienes una hija así de enferma, ¿qué harás?". Y sé que entenderá.
¿Cómo se siente usted ahora?
Después de tres años de dolor y tristeza, casi sin dormir y sin apetito, empiezo a sonreír. Me he hecho muy fuerte, y ahora hablaré para que otros padres no pasen lo que yo. ¡Con mis dos niñas, yo soy invencible!
Hable, diga aquí lo que quiera.
El Estado tiene que sufragar a padres pobres como yo en casos así: si el Estado paga operaciones de cambio de sexo, ¿no va a pagar la selección genética de embriones compatibles para salvar vidas de niños?
Unos le dirán que eso es pecado; otros, que no es ético...
¿Y es ético dejar morir a tu hijo pudiendo salvarlo a costa de unas células? ¿Y es menos ético engendrar a un bebé para salvar la vida de su hermano que engendrarlo para darle un compañero de juegos... o como reconciliación tras una pelea de pareja?
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