jueves, 5 de marzo de 2009

EL SÉPTIMO DIA





Hace miles de años, dios entrego al hombre un paraíso. Selvas inmensas, bosques ubérrimos, aguas cristalinas. Millones de especies poblaban la tierra llenándola de vida y colorido. Le dijo ¡Crecer y multiplicaos!, todo esto que os doy será vuestro, solo os pido que no mordáis la manzana de la locura, y lo conservéis tal y como yo os lo he entregado.
Pasaron los siglos, y el hombre fue talando los bosques, quemando las selvas y envenenando el agua . Miles de especies desparecieron. La entrañas de la tierra sirvieron para esconder vertederos radiactivos y los fértiles campos acabaron cubiertos de asfalto o dejados al oscuro barbecho. Millones de maquinas envenenaban el aire y edificios gigantescos pugnaban por llegar al cielo. 
Cuando la madre tierra enfermó de gravedad, su fiebre produjo incendios dantescos, sus temblores terremotos y tsunamis, y sus erupciones, volcanes que lo arrasaron todo. Entonces el hombre llamó a dios entre sollozos... ¡oh señor! perdona mi soberbia y mi codicia, dame otra oportunidad y jamás volveré a cometer los mismos errores, he matado a la madre tierra y ella me arrastra consigo a la tumba.
El señor contestó. – Lo siento, pero ni yo puedo recrear lo que tu destruiste, te di un paraíso y has hecho de él un infierno, hice para ti seis creaciones, y las seis las arrasaste. Hoy es el Séptimo día.


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