| Hemos vuelto a hollar, la montaña sagrada. Hemos sentido en sus dominios, el dulce flagelo del sol. Sus plantas mágicas perfuman la tierra e invaden el espacio: salvia, hinojo, romero, matorrales del mítico boj y espesos acebos, forman protectoras balconadas ante impresionantes barrancos y laderas llenas de ondulaciones, senos y recodos. Pareciera que, entre todos ellos, tratasen de ocultar, tiernamente, los secretos de la Madre Naturaleza en todas sus graciosas formas. |
Dice el Maestro Wuirakotxa, que el mejor tomillo es el que crece en Montserrat...
Durante su visita a la montaña mágica, El Dalai Lama, dijo haber captado una fuerza poderosa que irradiaba de lo más profundo de la tierra, solo comparable a la de algunos templos del Nepal
Dentro del esoterismo, Montserrat es como un gigantesco hombre acostado, en cuyo sexo se encuentra un templo majestuoso. Dicen que se formó en el fondo del mar, con inmensos conglomerados calizos hace millones de años, tal vez fue el fruto, de las convulsiones talantes. Sus inmensos “piñones” parecen pilas energéticas, con capacidad de regenerar a las almas, que además, dificultan la topografía. Tal vez por su causa, es también conocida la rápida regeneración de la flora, la saciedad natural de la sed, la visión del prana, como si de un prisma solar se tratase, que logra arrancar, cierto eco misterioso, de la voz de la tierra.
De hecho, en Montserrat la brújula no marca el norte y se siente un profundo aumento de intensidad vibratoria. Se dice que cada día 11 del mes, son más abundantes los avistamientos ovnis. Y si se observa detenidamente sus formas, parece como si le faltase algo, a lo que los antiguos argumentan, que los ángeles aserraron una parte de la montaña, dejándola en el mundo astral, para que jamás fuera profanada.
También aseguran, que en esa parte serrada, se encuentra viva la Moreneta, quien cuida de la copa sagrada del Salvador. La Madre Divina, la Virgen de Montserrat, es adorada por todo esoterista y por cualquier alma humilde. Por eso a tal enclave divino, se le conoce como el monte de salvación, monte-sagrado y monte-serrado, de donde deriva su nombre.
Por ser digno hogar de la Reina del cielo, la montaña se convirtió en un santuario natural, en el cual a través del tiempo, místicos y cenobitas hicieron en ella, su tabernáculo. El monasterio de los benedictinos data del siglo XI y gracias a él podemos comprender el devenir histórico.
Tal historia, está vinculada al Santo Grial, que dice así; En un tiempo remoto hubo una batalla en los cielos, de tal batalla resultó la pérdida de una gema preciosa que atesoró Mikael. Con ella se elaboró un mágico cáliz que fue usado en el pacto secreto entre Abraham y Melkichedek, luego ésta copa pasó a manos de Jacob y Moisés, según la historia hebrea, muchos reyes atesoraron la joya divina, hasta la reina de Saba o el mismo Salomón. La reliquia formó parte del tesoro de los esenios. Fue en ésta genealogía, de donde devino hasta las manos de José de Arimatéa y utilizado por el Cristo en su última cena. Dicen que Pedro, lo llevó a Roma y a Valencia (España). En el año 913, los moros la hicieron peregrinar de nuevo, hasta que fue depositada, definitivamente, en el sagrario perfecto de Montserrat.
Se añade además, que para evitar nuevos peligros, fueron los mismos ángeles quienes aserraron la zona y la Moreneta lo protege.
En toda su hermosa historia, el Santo Grial ha sido custodiado por valerosos caballeros, pues de tal posesión procede la idea de salud, longevidad y poderes ocultos que todos ellos perseguían.
Wagner hizo una hermosísima composición alusiva al Grial, y su héroe “Parsifal” lleva el nombre en términos catalanes que aluden a “per”-“si”-“val” que quiere decir, “el que vale por sí mismo”, es decir, aquel que ha conseguido desentrañar el misterio del Santo Grial.
Indudablemente, tal misterio está en los brazos de la Madre Divina. Porque el mago es su hijo predilecto y ella no le esconde ninguno de sus secretos. Ella fue descubierta en Montserrat, hacia el siglo VII, es una hermosa talla románica, sedente, negra (de aquí su nombre de Moreneta) y lleva al Niño, también sentado, en sus brazos con los tres dedos extendidos de su mano diestra y un globo en la izquierda, que alude al compost mercurial.
La Virgen es negra porque con su color, nos habla, de las aguas caóticas en la alquimia, lo cual redunda en el hecho de haber sido hallada en una cueva. Como la mayoría de los hallazgos marianos, fue haciéndose diversas capillas para su protección, y actualmente a la Virgen de Montserrat, se la venera en la Basílica benedictina. Aquí se convirtió S. Ignacio de Loyola, aquí los más insignes anacoretas oraron y pasaron sus pruebas inicíaticas. Es muy hermosa, en forma de crucero, con capillas laterales y la Virgen presidiéndola desde lo alto.
Para llegar a ella, se pasa por un corredor abovedado en el lateral derecho, custodiado por una imaginería de santas y vírgenes como Sta. Clara, Sta. Gertrudis o Sta. Eulalia. Todo el techo está lleno de pájaros y motivos florales. Llegar a sus pies, es un gesto obligado de todo peregrino y justo cuando vivimos ese momento, cantaba la escolanía una salve.
Sus notas en el corazón, parecen como un susurro bendito, que impulsan al peregrino... y siguiendo ese impuso...
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