viernes, 6 de febrero de 2009

LA GENERACIÓN DE LA CRISIS

Hace unos meses, la veterana presidenta de una asociación de discapacitados de una localidad de la periferia de Madrid me contaba preocupada que algunos padres jóvenes de niños con problemas son poco batalladores. Dan por supuesto que la atención extra a sus hijos, los talleres ocupacionales, las terapias novedosas, los pisos para cuando se emancipen los que puedan hacerlo..., que todo eso está garantizado. Que no hay que luchar, solicitar la subvención, pelear euro a euro, convenio a convenio. Y me recordaba que ella y otros pocos, tuvieron que crear de la nada la asociación cuando la democracia sacó de casa a los distintos. Y que no han parado de trabajar hasta hoy. Por sus hijos, que ahora se acercan a los 30 años, y por los que han venido detrás.
Me viene a la memoria aquella conversación cuando escucho el clamor airado de los que le piden directamente al Gobierno un puesto de trabajo. Como hasta hace unos meses pedíamos un piso en propiedad. O los que esperan que haya una máquina dispuesta a quitarle la nieve de la rampa de su garage tras cada nevada. La vivienda, el trabajo y la seguridad son derechos constitucionales, y a las administraciones hay que exigirles que creen las condiciones para que todos podamos ejercer esos derechos con dignidad. Exigir y reivindicar como ciudadanos de una sociedad civil adulta, no como niños que le piden a papá que haga magia para que desaparezca el dolor de tripa.
Pero buena parte de culpa la tiene la clase política dirigente. Nos tratan como si fuéramos inmaduros a los que engatusar con promesas que parecen cartas a los Reyes Magos. Unos nos prometen el pleno empleo dos minutos antes de que estalle la locomotora de nuestra economía. Otros nos prometen la mínima fiscalidad y el tope de servicios sociales. Como si fuéramos incapaces de comprender la complejidad del mundo en el que vivimos.
Existe toda una generación que va a crecer de golpe con esta crisis económica. Así que, por favor, que nos hablen claro, porque ya sabemos quiénes van a pagar los platos rotos de la fiesta que se acaba.

PEPA BUENO

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