Acabo de llegar de un viaje de negocios. Me molesta mucho viajar los fines de semana dejando a mi esposa en casa, pero era importante y no me ha quedado mas remedio. Camino a la estación, he recogido una flores de azahar, se que ella aprecia mas estos detalles, que algo comprado en un supermercado.
Abro la puerta con cuidado, a veces acostumbra a echarse la siesta, y no quisiera despertarla, pero una vez en casa, oigo el ruido de la ducha me acerco discretamente, y atisbo por la rendija de la puerta, a veces disfruto contemplándola mientras se baña.
Cuando ella se percata, me provoca descaradamente, es un juego realmente delicioso, pero hoy no se ha dado cuenta, veo difuminada su figura a través de la mampara, un menudo y delicioso cuerpo, capaz de enloquecer al mas frio de los hombres. Me quedo contemplándolo, mientras se acaricia con la esponja, sus delicados hombros, sus torneados muslos, sus orgullosos senos, pausadamente, me desnudo en silencio y antes de que pueda percatarse, mis manos han asido sus pechos con suavidad y firmeza, su intento de gritar, es abortado por mis labios que se pegan literalmente a los suyos, sellándolos en un pacto de silencio.
El vapor inunda el baño, mi vientre se frota contra sus nalgas, y una tibia y poderosa
Corriente inunda todo mi cuerpo, mis dedos pellizcan delicadamente sus pezones, mientras sus pechos, se endurecen como jugosas y apetecibles naranjas. Ahora mis manos han bajado hasta su vientre, suave, perfumado, y profundizan en su en su espesura que cede dócilmente a mis embates. Mi dedo profundiza, buscando su tierno resorte, mientras mi niño , ya enloquecido se retuerce entre sus nalgas. El agua sigue acariciando nuestros desnudos cuerpos, y la temperatura no hace mas que subir, siento su mano asir me enloquecida mientras se arrodilla y me acaricia con su sabia lengua, pero hoy solo deseo su placer, la siento en el borde de la bañera, y sumerjo mis labios en sus profundidades mas cálidas, saboreo sus jugos con indescriptible placer, mientras mi lengua descubre hasta sus mas íntimos rincones. Veo de reojo, como ella dirige el chorro de cálido de la ducha hacia sus pechos, que se abren como rosas maduras, el ambiente está cada vez mas caldeado.
A pesar de mis objeciones ella ha asido mi báculo y lo acaricia con maestría hasta llevarme al borde del abismo, mi lengua enloquecida acaricia con infinita dulzura su cueva de los placeres, hasta que toda ella se enerva, grita y aprieta rítmica y salvajemente mi sable que estalla enloquecido esparciendo su amorosa carga por todo su cuerpo, mientras sus temblores son acallados poco a poco por mi amorosos besos. Nos sumergimos en la bañera, y el jacuzzi comienza a relajar nuestros enfebrecidos cuerpos, cierro los ojos y siento como sus labios se posan dulcemente en los míos.... Por cierto, ¡¡creo que me deje abierta la puerta!!.
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