Hoy es uno de esos días en que te levantas vacio, te sumerges en tu interior, y escuchas rumores sordos, crujidos, ecos, pero ni una sola palabra que pueda iniciar el hilo de un relato.
Te hundes en la butaca, cierras los ojos y solo vislumbras sombras chinescas que parecen burlarse de tu impotencia, mientras el ruido de fondo sigue impregnando tu mente como una mancha viscosa. A veces pienso que no hay nada capaz de llenar el vacío del alma. De vez en cuando pinchamos, como si de un neumático se tratara y nos vaciamos inexorablemente hasta quedar exánimes.
Es un momento especialmente peligroso, estás sin defensas y los virus de la depresión esperan el momento de entrar al asalto. Intentas concéntrate, encerrarte en tu refugio interior, pero los ruidos golpean tu puerta y sacuden tus ventanas con músicas indeseadas y anuncios indeseables. Todo está montado para que no podamos confesarnos a nosotros mismos. El sistema genera interferencias parasitas que impiden que te concentres y pienses.
La matriz no resistiría un análisis lúcido e impide por todos los medios que abramos los ojos. Sueñas, pero sueños ajenos, sueños parásitos que te impidan tener tu propio sueño, porque es lo único que la matriz no puede controlar.
Esta tarde, me refugiaré en tus brazos, anidaré en tu pecho y cerraré los ojos en busca de mi sueño, de mi silencio, de mi confesor. Solo en el refugio de tus cálidos senos, me siento a salvo de todo y mi alma vuelve a recuperar su música interior. Cerraré los ojos y me hundiré en tu cuerpo para renacer de nuevo y volver a mamar la vida de tus labios.
JUANMAROMO
MANOLO TENA "Llevame hasta el mar"
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