Estas últimas noches, cuando caigo en la cama es como si me hundiera en un lecho de nubes. Cierro los ojos, y me deslizo rio abajo hacia el mar de los sueños.
De pronto, un perfume me arrulla, unos besos me envuelven, unos brazos me celan… Y me entrego vencido y desarmado al fragor de tus labios, al embrujo de tus palabras, como un naufrago extenuado se rinde al embate de las olas. Un dulce murmullo acaricia mi alma mientras mi corazón busca tu pecho para acoplarse en un solo latido.
No me pidas que hable, sobran las palabras cuando se hablan los cuerpos, cuando las manos cantarinas no callan, cuando los labios se expresan con el lenguaje de los besos, y los susurros dicen más que los poemas. No me pidas que hable cuando mi lengua te arrulla sin palabras, y nuestros olores se mezclan en un húmedo aquelarre.
El silencio tiene mil sonidos que se escuchan con los sentidos del alma, el silencio es la armonía de dos corazones que se acoplan en un abrazo cósmico. Luego nuestros pies se acarician en un amoroso lazo, mientras espalda contra espalda nos hundimos en las profundidades de la noche.
No me pidas que hable, sobran las palabras cuando se hablan los cuerpos, cuando las manos cantarinas no callan, cuando los labios se expresan con el lenguaje de los besos, y los susurros dicen más que los poemas. No me pidas que hable cuando mi lengua te arrulla sin palabras, y nuestros olores se mezclan en un húmedo aquelarre.
El silencio tiene mil sonidos que se escuchan con los sentidos del alma, el silencio es la armonía de dos corazones que se acoplan en un abrazo cósmico. Luego nuestros pies se acarician en un amoroso lazo, mientras espalda contra espalda nos hundimos en las profundidades de la noche.
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