Nunca nos planteamos una segunda residencia, Gloria trabajaba y no queríamos esclavizarnos a limpiar y trabajar también los fines de semana. Vivimos en un pisito de tres habitaciones y un cuarto de baño en el que con ciertos problemas de espacio criamos a nuestras hijas. Por eso las vacaciones y puentes siempre buscamos los mejores hoteles en los mejores sitios. Lugares donde poder relajarte en suites espaciosas, con camas como campos de futbol y terrazas con vistas a lugares divinos, spa semiprivados y restaurantes con cocina de firma.
A veces, acomodado en un butacón de diseño frente a una bahía espectacular, me he preguntado. ¿Esto es la felicidad?, ¿sería más feliz si todo esto fuera mío?. La respuesta siempre ha sido la misma, NO. De regreso a casa, entramos en nuestro pequeño nido, todo es reducido, el salón, la habitación, el baño, la cama… Pero un aroma especial, un olor que nos pertenece nos inunda el alma. Me meto en la cama, y el perfume de tantos años de amor me acaricia los sentidos, y me arrebujo entre las sabanas. Ni en el cielo se está mejor que en tu propia casa
muy cierto, tambien pasa cuando te casas o te independizas, el aroma de tu hogar te hace falta, yo crei que con los años se olvidaba, pero cada año cuando visito a mis padres, añoro el olor a bizcochuelo de vainilla y canela y el perfume de un abrazo a mi madre. Gracias
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