Crisis financiera, crisis económica, crisis creativa. Las crisis nunca viene solas, son como una reacción en cadena, todo estalla por simpatía, la confianza, la inspiración, la autoestima….
Cuando decenas de personas dependen del trabajo que tu les encargas para mantener sus familias, cuando crees que hoy has tocado fondo pero mañana te toca cavar , cuando miras a lo lejos y lo ves todo negro, algo se rompe dentro de ti. He pasado muchas crisis, la del 74, la del 94, pero entonces era sujeto paciente, era cuestión de abrocharse el cinturón, y yo, que soy optimista por naturaleza, siempre veía algo positivo, una puerta abierta por donde escapar. Pero ahora cientos de personas dependen de mí, cada día me llaman pidiendo trabajo y yo solo les ofrezco buenas palabras, salgo a la calle a buscar clientes, y el panorama es desolador, cientos de ofertas diarias se pierden en la red sin que nadie conteste. Las crisis tienen nombres y apellidos, tienen rostro de hombres desorientados, de mujeres desesperadas, de recibos devueltos…
El trabajo cae gota a gota como el agua del deshielo, cada día un poco menos, ¿Qué pasará cuando la nieve se haya fundido y el sol apriete con furia?. Los responsables de la tragedia tienen sus cuentas bien repletas y sus conciencias en stand by, los políticos que no quisieron o no pudieron frenar la bola de nieve, ponen cara de poker, los pensionistas y funcionarios hibernarán en sus cuevas hasta que vengan tiempos mejores, pero los pequeños empresarios, los trabajadores y los autónomos nos quedaremos fuera , presa fácil de carroñeros y depredadores. Siempre hay alguien que se aprovecha de las aguas calmas y de las aguas turbulentas para pescar con caña o con red, siempre hay quien saca tajada, aunque sea de un muerto. Mientras , los que seguimos vivos, nos defenderemos con uñas y dientes, esperando una lejana primavera que quizás no veamos llegar jamás.
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