Bombardéame el tedio y deja la ciudad que crece en mí para visitar sus parques; dispara al centro de mi orgullo y deja mis manos para cultivar las flores en la tórrida tarde de los días; secuestra mi soberbia para que muera en cautiverio y deja libre mi elemental costumbre de tomar café bajo la lluvia, mientras imagino la montaña gris como tu cuerpo hermoso que me espera; toma como prisioneras de guerra mis horas inútiles y deja libres mis pasos para llegar a ti y redimirme en tu azul geografía.
En fin, que esta guerra no sea conmigo sino con ese extraño ser que en ocasiones me habita.
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