Esta noche no podía dormir, he viajado a mi refugio de invierno y allí me he encontrado con la muerte, mi vieja amiga. La muerte es una mujer hermosa pero de triste mirada. Me cuenta que se siente odiada y temida a pesar de que ama a los hombres sobre todas las cosas. Me cuenta que es solamente la mensajera, la encargada de cerrarnos los ojos y llevarnos en sus brazos al más allá, que alguien mucho más poderoso le dice donde y cuando ir.Me cuenta que muchas veces nosotros la llamamos de urgencia, un accidente causado por una imprudencia, una sobredosis, una enfermedad provocada por nuestros desequilibrios mentales y físicos. Me recuerda que ella solo va a rescatar el alma de un cuerpo al que le ha abandonado la vida, y que a veces hasta eso le impiden, y que sufre viendo a esa pobre alma encarcelada en un cuerpo intubado sin dejarle volar hacia su nueva morada.Me ha hecho comprender que muchas veces la llamamos antes de hora, y que es entonces cuando su trabajo es tremendamente doloroso, cuando tiene que llevarse un alma abandonada por un cuerpo que la expulsó mucho antes de lo que estaba escrito.Me susurra que aunque todo está escrito, el hombre puede borrar y escribir en el libro de la vida, que alguna vez, se ha asomado al otro lado de la puerta y que se la ha prohibido el paso, pero que ha intuido un lugar de paz, serenidad y belleza.Me ha mirado con sus ojos profundamente hermosos, y me ha acariciado los cabellos. Antes de quedarme dormido he podido escuchar su dulce voz musitarme. “Un día te vendré a buscar, pero no temas, será un corto paseo que te llevará a un mundo infinitamente mejor”.
JUANMAROMO
JUANMAROMO
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