martes, 16 de septiembre de 2008

SATURACIÓN

Antes se fundían los plomos, ahora saltan los limitadores. Viene a ser lo mismo. Ante sobrecargas o corrientes de cortocircuito, el sistema se desconecta. De lo contrario, la instalación se quema- ría. En 1774 ya se inventaron los primeros fusibles, cuando la electricidad aún no pasaba de curiosidad para ilustrados. Sin interrupciones protectoras no ganaríamos para reparaciones. La mente humana funciona de forma comparable. Superado un determinado umbral, desconecta. Un incremento excesivo de cualquier estímulo no desencadena una reacción perceptiva proporcionada, incluso puede llegar a abolirla. Ocurre con el frío, el ruido o las emociones. Y con la información. Demasiada información no informa. Al contrario, inhibe. La sensación de ser incapaz de procesar conduce a la interrupción perceptiva. Un amperaje informativo excesivo funde los plomos de la atención.
Últimamente, las interfaces comunicativas han proliferado y se han sofisticado. El volumen y la complejidad de la información no solicitada que recibe a diario todo ciudadano son enormes. La publicidad omnipresente o la prensa escrita y audiovisual le sumergen en un mar informativo, con diarios gratuitos incluidos. El grafismo informático generaliza infografías, incomprensibles cuanto más espléndidas. Demasiados datos, demasiada poca jerarquización informativa. Resulta de ello una interrupción perceptiva: el ciudadano desconecta y no procesa. Paradójicamente, una frustrante sociedad del desconocimiento por exceso informativo desplaza a la creativa sociedad del conocimiento con la que sueñan los informados.

Ramón Folch

No hay comentarios: