En estos días, dos grandes amigas de la comunidad han perdido a seres queridos, no voy a citar sus nombres porque no soy quien para hacerlo pero quiero dejar constancia de mi cariño y de mi compasión en estos momentos tan duros. Últimamente me parece estar inmerso en una nube tormentosa, un negro nubarrón en el que los rayos cruzan de un lado a otro y los truenos aturden mi cerebro, solo me queda acurrucarme en un rincón a esperar que vuelva la calma y procurar salir ileso de la galerna.
He dicho alguna vez que no temo a la muerte, al menos a mi muerte, pero temo al dolor y a la soledad que genera, temo el desamparo en que nos deja cuando nos separa de un ser querido, sobre todo cuando se lo lleva a traición, cuando se enamora de los mejores y nos deja sumidos en las tinieblas, entonces siento la rabia hervir en mi pecho y saltar a espumarajos por mi boca, pero la calmo, la domino hasta que se diluye en el mar de la aceptación. La rabia es un síntoma de impotencia y la impotencia genera frustración y angustia.
Ante la muerte solo nos queda la aceptación, que no la resignación, nuestros seres queridos estarán tan cerca de nosotros como queremos que estén, nuestra amiga eterna, no conseguirá arrástralos más allá de nuestro corazón y de nuestro recuerdo. Y un día, estoy seguro de ello, aunque no sepa ni donde ni como, volveremos a estar juntos de nuevo. Y esta vez, nada ni nadie podrá separarnos.
JUANMAROMO
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