Basta repasar las primeras páginas de la Biblia para encontrarse con el hecho de que la desgracia del género humano comenzó con la mentira. Cuando la serpiente original logró que Eva creyera sus embustes, la primera pareja entró por el camino del desastre. La mentira de la serpiente estaba cargada de astucia en su pasmosa sencillez. Tan sólo ofrecía un imposible deseable -ser como Dios-, negaba las consecuencias de los actos cometidos bajo su impulso y cargaba las culpas sobre otros.
Se discute si Adán creyó lo que le decía su mujer o si, como pretendía Milton, simplemente decidió unirse a ella por temor a perderla. Fuera como fuese, los resultados de aquel embaucamiento difícilmente pudieron ser más deplorables. De hecho, si creemos lo que afirma el relato del Génesis, allí se encuentra el origen de todas nuestras desdichas.
Sea cual sea la opinión que se tenga de lo relatado en el Génesis debe reconocerse como mínimo que constituye un claro paradigma de las mentiras históricas. Éstas nunca han sido inocentes. No derivan -como sería legítimo- de la falibilidad humana, del escaso conocimiento que tenemos de algunos hechos o de la especulación. No, en realidad las mentiras que se encarnan en la Historia suelen tener una intencionalidad ideológica clara. Mediante su uso se pretende legitimar causas no pocas veces ilegítimas, inventar justificaciones para el presente, desviar las propias responsabilidades hacia otros, encontrar chivos expiatorios de los pecados propios e incluso desculpabilizar las mayores atrocidades. Como muy acertadamente señaló Orwell en 1984 al describir lo que sería un futuro sometido a un régimen socialista, las mentiras históricas pretenden alterar la imagen del pasado para así apoderarse del presente y dominar el futuro.
Las mentiras recogidas en este volumen -una veintena de entre cientos que podríamos haber señalado- son, en su aplastante mayoría, de ese jaez. Con ellas se pretende legitimar el uso del terrorismo,el desmembramiento de España,el sometimiento y la anexión de regiones, o el ejercicio de formas de poder cuya carga letal ha quedado más que demostrada. Ninguna de ellas resiste el menor análisis histórico riguroso. Sin embargo, gozan de amplio predicamento precisamente porque se han difundido de manera asfixiante con fines propagandísticos.
Resulta indispensable,por tanto,su desenmascaramiento, y no sólo por lo que tienen de falsas en términos científicos, sino, sobre todo, por las terribles consecuencias que vienen acarreando desde hace tiempo.No nos engañemos. La mayoría de las mentiras recogidas en este volumen ha tenido como fruto directo el derramamiento de sangre inocente, pero su potencial destructivo futuro es aún mayor.
Comenzaba esta breve introducción citando la Biblia. Permítaseme volver a ella para concluirla y, más concretamente, a aquellas palabras de Jesús recogidas en el Evangelio de Juan, las que afirman que «la Verdad os hará libres».
Cesar Vidal
cesar pero aun algun pardillo que crea algo de lo que dice la biblia hay que ser inculto como los que segun ellos la escrivieron patrañas mas que patrañas engaña bobos incultos he dicho
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