A veces me deslizo entre dos aguas
meciéndome en las olas del olvido
dejando que mi cuerpo se dehoje
sembrando entre las algas mi destino.
La madre mar me da amparo en su seno
y el cielo me vigila con mil ojos
el alma se diluye en las espumas
y duerme como un niño entre sus pechos
¡quisiera divagar eternamente
sumido en este útero salino
y no volver de nuevo a abrir los ojos
y no volver de nuevo a sentir frio
a no sentir dolor ni sufrimiento
a retomar tan áspero camino.
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