He estado mucho tiempo en el lado oscuro, y he conocido muchos conductores suicidas, pero te puedo asegurar que hay hay mucha gente corriente, que jamas han probado las drogas "ilegales" y que acaban, adictos al alcohol, al tabaco, al juego, el sexo, e incluso al trabajo. Cuando el camino se vuelve intransitable, cada uno buscamos el atajo por nuestra cuenta, solo unos pocos cogen el machete y despejan el camino a golpes de rabia y pundonor, los demás nos perdemos por sendas que no conducen a ninguna parte, y acabamos victimas de nuestros propios errores.
La soledad, el desencanto, son cantos de sirena que nos conducen irremisiblemente a los acantilados de la vida, puede que no muramos de sida o de sobredosis, pero podemos morir tirados en la calle aferrados a un cartón de vino, o en la cama de un hospital abandonados de nosotros mismos. Nos creemos semidioses, pero en el fondo solo somos unos pobres diablos.
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