lunes, 11 de agosto de 2008

ENCUENTRO

Escrito por: transbadal el 11 Ago 2008 - URL Permanente

www.fotos.org/galeria/data/533/3abrazo-amante.

Un hombre de carne
recorre arterias y laberintos gloriosos
huele a exterminio de medusas
y en su mirada lleva cielos sumergidos
páginas escritas en la arena
La otra mitad llamado
Erguido y seminal
busca la espesura de mi cuerpo-
abismo que lo traga en todos los idiomas
Mi amapola volcánica
estruja lo inabarcable de su mar
Cada trazo suyo
se extiende como un pez de ámbar
entre danzas libertinas
condenadas a morir por las mañanas
Los álamos que habitan sus manos
dejan caer movimientos celestes
relámpagos que apartan
en su origen las líneas paralelas
y en su boca yace el vaticinio
de los besos
Este hijo de la claridad
de las redondas noches
suelta los demonios de mi cuerpo
me atrapa en el olimpo de los dioses
Me pertenece
en un instante eterno
porque torrenciales los hilos
que conducen a su río
abrazan mi estructura sin piedad
a un olor de hombre terrenal y divino

ZULEMA


EL SEGUNDO SUEÑO

Escrito por: transbadal el 11 Ago 2008 - URL Permanente

En el segundo sueño ella era una araña instalada en la tranquilidad de su tela. Aunque era grande dentro de su especie y solitaria en el centro de la pared de seda, no dejaba de percibir el mundo como una trampa. Y así esperaba a sus presas.

Por otro lado, el macho diez veces más pequeño que ella había comenzado el cortejo y luego de varios intentos fallidos, se instaló por fin sobre la enorme araña al tiempo que movía sus varios pares de patas y depositaba su carga con prolijidad.

La araña, inmóvil y oscura, se dejaba aparear con sosiego, esperando el momento de absoluta entrega de su amante. En efecto, el arácnido dio con su cuerpo una vuelta total y depositó su cabeza dentro de las fauces de la hembra. Así, mientras ella lo consumía, el macho eliminaba con mayor facilidad los huevos requeridos por el cuerpo de su pareja.

Cuando despertó, estaba encendida la lámpara sobre el velador. Al sacudirse las últimas imágenes del sueño, colgaban de la cama las piernas velludas del hombre. Apagó la luz y se mantuvo al borde del lecho, lejos de ese cuerpo cubierto de pelos y probablemente sin cabeza.

Más adelante vendrían otros machos que

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