No engaña a las mujeres ningún hombre, por regla general se engañan ellas, decía Campoamor. Es curioso cuántas mujeres se dejan engañar por los cantos de sirena de la publicidad y los consejos de presuntos "expertos en estética" (definición que suena a oxímoron dado que la estética es, per se, algo subjetivo).
Pongamos el caso de Pili, que acudió a un centro de Corporación Dermoestética. La atendió un señor con bata blanca que le informó de las "técnicas y procedimientos quirúrgicos", y le ofertó "las mejores prótesis del mercado". Pili creyó que era un médico. Pero era un consultor comercial, sin conocimientos médicos.
En realidad, Pili conoció al cirujano el mismo día de la operación, una intervención que le dejó con la misma talla de sujetador y una antiestética cicatriz. Postoperatorio dolorosísimo, dos meses con puntos, no se podía colgar el bolso ni coger a su hijo en brazos. Reclamó. La emplazaron para una nueva intervención un año después. El complejo pudo más que el miedo y aceptó, pese a que Corporación Dermoestética le obligó a costear este nuevo paso por el quirófano. Llevaba gastados 12.000 euros cuando su médico de cabecera descubrió que si bien le habían facturado prótesis de primera calidad las que le habían implantado eran las más baratas del mercado.
La Fiscalía tiene constancia de al menos 50 denuncias similares en España, y entretanto la empresa sale a Bolsa con un beneficio neto de 2,5 millones de euros. La vanidad de las incautas apela a la codicia de los sin escrúpulos.
LUCIA ETXEBERRIA
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