Cada noche me acerco a tu verja, silencioso, callado, y atisbo entre las tupidas cortinas, por encontrar un hueco y saborear tu prohibida desnudez, empujo la ventana con miedo y lleno mi alma con tus aromas, cálidos, voluptuosos, húmedos.
A veces sorprendo tu mirada burlona que busca mis ojos con una mezcla de provocación y chanza, porque sabes que sufro y te gusta hacerme sufrir. Te sueltas el pelo mientras palpas ante el espejo tus senos maduros y altivos, después las manos se deslizan voluptuosamente resbalando por el monte encantado y se complacen acariciando tu fruta prohibida como invitándome a probar de su deliciosa pulpa.
Entonces me escondo y salgo corriendo como un niño mirón y me refugio en mi cuarto tejiendo sueños imposibles, esperando que llegue de nuevo la noche, para volver a soñarte con los ojos abiertos....
JUANMAROMO
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